lunes, 12 de noviembre de 2012

MATERNIDAD 1: La decisión de tener un bebé y su búsqueda

Después de mucho meditarlo y de haber creído siempre que las cuestiones personales no tienen cabida en este blog que es más bien un cajón de sastre que me sirve de desahogo y de recordatorio gramatical y ortográfico, creo que voy a hablar de mi maternidad.
No hay nada más personal ni más único que esto. Pero, por otro lado, me ha ido tan bien hasta ahora que me veo impelida a contarlo. Cuando una está llena de dudas y busca en internet, siempre encuentra las peores experiencias: la decisión de tener un bebé y su búsqueda (la infertilidad), el embarazo (los fastidiosos síntomas), la preparación al parto y la atención médica (la mala información y la poca amabilidad), el parto (partos secos, cesáreas, negligencias...) y la lactancia (mastitis, hipogalactia, de nuevo mala información).
No será, desde luego, un examen exhaustivo de la experiencia vivida.
Y no creo que mucha gente consulte este blog para leer sobre este tema. Y dudo que nadie llegue hasta aquí buscando información sobre el proceso de la maternidad habiendo tanta información como hay en internet, con infinidad de foros, webs y blogs especializados.
Sobre la decisión de tener un bebé... Soy consciente de que mucha gente no lo decide. Hay niños que llegan, sin más, y luego están los que parece que no llegan y los que definitivamente no llegan nunca.
Nuestra decisión fue tomada en verano de 2009, aunque sin demasiada oficialidad dentro de nosotros. Lo que teníamos claro era que no se lo íbamos a decir a nuestras familias porque habíamos vivido, por otras parejas, lo que es sentirse presionado constantemente con las llamadas y las visitas y el “¿ya?” Así que decidimos no decírselo a nadie. Posteriormente, en octubre, ya de forma clara y no sólo como un futurible, decidimos ir a buscar a ese bebé.
En nuestro caso, la decisión había sido meditada largo y tendido. Queríamos conocernos bien, vivir juntos y experimentar ciertas cosas en la vida antes de implicarnos en la crianza de un hijo. Habíamos reflexionado enormemente sobre lo que es tener un hijo y sabíamos que era el momento.
Desafortunadamente, por causas familiares y laborales, la decisión se vio aplazada hasta 2011. Una serie de acontecimientos tristes en la familia, de crisis de pareja y, por supuesto, debido a la inestable situación económica de nuestro país (y del cierre de la empresa donde yo trabajaba más concretamente) hicieron que no nos viésemos fuertes de nuevo hasta el verano de 2010 y que no tuviésemos la solvencia económica necesaria hasta el verano de 2011.
Lo más valioso para mí de todo este proceso que implica querer y decidir tener un hijo es dar nombre a lo que estamos haciendo. Tener un hijo no es tener a alguien que te cuide cuando seas viejito; tener un hijo no es tenerlo antes de que pase tu edad fértil; tener un hijo no es sucumbir a la presión social (“ya lleváis mucho tiempo casados...”, “¿es que no queréis tener hijos?” y demás frases que son ya casi dichos).
Para nosotros, tener un hijo es culminar una historia de amor auténtico. Crear una vida, mitad yo y mitad él, en la que se fundan lo que yo y él somos, sin saber qué tendrá de cada uno pero con la certeza de que nos hemos hecho uno al fin.
Respecto a la búsqueda... Es la parte menos bonita de todo ello.
La decisión, cuando para ti es algo tan grande como esa fusión de dos personas que se quieren en un solo y nuevo ser, es una cosa grandiosa.
Pero la búsqueda, después de un año, puede convertirse en algo frustrante y agotador. Puede incluso hacer que tu relación se tambalee y retroceda hasta puntos que ya creías olvidados. De nuevo dimos gracias por no haberle comentado a nadie en nuestras familias de nuestra idea de tener un bebé. Porque el bebé no llegaba...
Estadísticamente, encontrarte al azar con tu pico de fertilidad, no es fácil. Emocionalmente, después de meses de intentos, empiezas a estar en baja forma. Cuando en tu trabajo las cosas vuelven a torcerse y sientes que la ansiedad regresa a tu vida, crees que todo es causa del estrés. Pero necesitas el trabajo para poder criar a tu hijo y el trabajo que tienes va ligado inequívocamente al estrés que sufres.
Por lo que yo he probado, y aunque no me gusta hacer publicidad gratuita, puedo recomendar el test de ovulación de clearblue. Estábamos planteándonos ya serios problemas de infertilidad, pero nos hablaron de este producto y probamos. Al tercer mes, al fin, estaba todo en marcha. No lo supimos hasta el día de Reyes de 2012, pero alguien estaba empezando a formarse dentro de mi barriga. Después de un largo proceso de meditación y de búsqueda, feliz y complicado también.

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