martes, 27 de marzo de 2018

Netflix: deliciosas sorpresas

En esta entrada comentaré tres series que me han gustado especialmente. No siempre comerciales, pero todas con un encanto que a mí me ha ganado. Por eso hablo de auténticas delicidas.
También mencionaría "Grace and Frankie", pero le dediqué una entrada en su momento.

Stranger things

Que "Stranger things" ha resultado todo un éxito no es nada nuevo. De hecho, ahí está su segunda temporada, tan seguida como la primera y también recibidora de buenas críticas. 
Sólo he visto la primera temporada pero tengo que decir que (oh, pecado), sin ser fan de películas como ET, Los Goonies o Regreso al futuro, la serie me caló.
Creo que, a pesar de esa revisión de los años 80, la música, la ropa, el ocio, la tecnología "punta" de tamaño colosal, es decir, todo aquello que me echa para atrás de las películas mencionadas más arriba, esta vez sí me ha llegado por otros motivos.
Siempre he sostenido que cuando no has visto según qué películas en tu infancia o adolescencia, es bastante improbable que te gusten cuando las ves de adulto. Primero, porque los efectos especiales te parecen prehistóricos y, segundo, porque los protagonistas tienen una edad que no te permite identificarte con ellos.
En Stranger things, sin perder esa estética ochentera y sin grandes alardes tecnológicos, te cuelan unos efectos especiales que quedan estupendamente integrados.
Y, por otro lado, están los personajes de Nancy Wheeler (Natalia Dyer) y Joyce Byers (Winona Ryder). Son personajes maduros / adultos y, además, femeninos. Mientras el grupo de niños (que a mí personalmente no me gusta, aunque sé que para muchos representa precisamente las pelis de su niñez) está totalmente formado por varones (aunque tiene el contrapunto de Once, un gran personaje, y, por lo que sé, en la segunda temporada aparece otra niña), han elegido mujeres para papeles muy protagonistas.
Hay quien dice que el gran reclamo de la serie era la vuelta de Winona Ryder. Lo borda, sí, pero ya lo bordada, por ejemplo, en "Cisne negro".
Realmente creo que Stranger things es un compendio de elementos que se han conjugado muy bien: la nostalgia, los escenarios, los numerosos coprotagonistas, la ficción, lo sobrenatural, el terror, la amistad...
Y ahí es donde más ne enganchó a mí Stranger things: el terror y la amistad.
El terror por hacer que me quedase pegada al asiento, sin poder dejar de ver la serie cuando no quería ver al Demogorgon, medio tapándome los ojos. Y la angustia, esa angustia terrible por ver a Nancy incapaz de salir de Del Revés, perdida, asustada, cuando todo lo que quería era recuperar a su amiga. Barb, la entrañable Barb...
También tiene sus detractores. A mí alrededor, he comprobado que no gusta a los mayores de 50 años. Seguramente no se molestaron en incluirlos en su público objetivo. Estoy segura de que, de haberlo hecho, lo habrían conseguido.

Midnight diner: Tokyo stories
Creo recordar que esta serie no tenía una puntuación demasiado alta en Netflix. Será que no está doblada, será que no gustan las pequeñas historias... No lo sé.
Personalmente me resultó muy agradable volver a oír hablar en japonés. Por supuesto que tuve que tirar de subtítulos (son demasiados años de abandono de este idioma), pero aún así me hacía sentir bien recordar dicciones, frases hechas, vocabulario, acento. Aunque soy una fan acérrima del doblaje, reconozco que esta serie fue una delicia para mis oídos.
Y, aparte, para mí precisamente e atractivo de esta serie radica en que narra pequeñas historias, casi a modo de cuento, sin ningún tipo de pretensión. Ejemplo sumo de la sencillez de la serie es la introducción, con una música melancólica y una voz en off.
La voz es la del dueño del bar / restaurante donde da comienzo cada capítulo y cada historia. Se trata de un pequeño local que sólo abre por las noches y que acoge a personajes de lo más variopinto, muchos de ellos paisanos asiduos al local. Unas mujeres que salen tarde del trabajo y se acercan siempre a cenar, un señor mayor que vive solo, un travesti...
Las historias son ora divertidas, casi cómicas, ora tristes e incluso dramáticas.
Una de mis preferidas es la de una chófer que tiempo atrás fue una idol. No la típica idol cantante, sino protagonista de un serial de superhéroes para niños, tipo Power Rangers. Así, se nos van presentando cada vez diversos "personajes" o "tipos" de la cultura japonesa. El empresario rico casado con una belleza, el salary man, las solteras de "cierta" edad (entiéndase treinta años), el soltero consumidor de porno...
Una lástima que las historias vayan perdiendo fuelle a medida que avanzan los capítulos. 
Como anécdota, el dueño del bar cocina durante el episodio la receta que da título al capítulo y que alguno de los personajes (normalmente el que protagoniza la historia de esa noche) le ha pedido. Al final, los protagonistas la explican al público al otro lado de la pantalla y la degustan. Itadakimasu!

Gypsy

Creo que no hay nada que Naomi Watts haga mal. Me encantó en "Kong", "Promesas del este" o "Dos madres perfectas". ¡Y eso que no he visto "Lo imposible"!
Además, me parece una actriz muy interesante por lo diverso de su carrera y porque poco a poco se encamina hacia una edad madura en los que los papeles para mujeres (menos aún protagonistas) no abundan.
Así, "Gypsy" es un ejemplo de cómo puede ser protagonista de una historia una mujer de mediana edad, profesional, que toma sus decisiones (afortunadas o no) y que tiene sus miedos y deseos a flor de piel.
Sin embargo, por algún motivo (y sospecho que será precisamente todo lo que menciono en el párrafo anterior), al buscar información sobre la serie me encuentro en internet con numerosas críticas negativas.
Jean es psicóloga, tiene un marido "perfecto", bien posicionado, guapo, amoroso. Y tiene una hija que no está conforme en absoluto con su apariencia y los roles que le da la sociedad y cientos de frentes abiertos con las madres del colegio e incluso los profesores y la dirección debido a esa circunstancia.
Me gusta su personaje porque es absolutamente real.
Es una buena profesional con la "manía" de extralimitarse en sus funciones y acercarse e incluso inmiscuirse en el entorno de sus pacientes.
Tiene una buena relación matrimonial que poco a poco se sume en la monotonía y las culpas son múltiples. Hay infidelidades, celos... Sentimientos naturales que a menudo son provocados y retroalimentados por la propia Jean.
Como comentaba, su relación con las madres del colegio y, especialmente, con las madres que toman el rol de "abusonas" que mañana heredarán sus hijos, con las que juzgan y chismorrean y con las que son perfectas en todos los quehaceres del hogar y del colegio, va del simple roce a, cada vez más, el enfrentamiento abierto.
A veces la comprendes, a veces la odias. A veces la ves como víctima, a veces como culpable. Por ejemplo, cuando accede a que su hija se corte el pelo no lo hace realmente porque es lo que su hija desea, sino para fastidiar a su propia madre.
Pero así puede ser la realidad de todos nosotros.
Un día, al conocer a Sidney, la ex novia de uno de sus pacientes (Sam), siente mucho interés por ella (cuenta con información de primera mano que la joven no sabe que tiene). Y la joven por Jean (a la que conoce como "Diane") también.
Esa amistad un tanto desequilibrada entre la profesional escritora (eso es lo que Jean le dice que es) y la joven camarera, rebelde y manipuladora, acaba derivando en una relación amorosa con muchos altibajos y mucho misterio.
Jean se viste de manera diferente cuando va a ver a Sidney (cazadoras de cuero, camisetas de tirantes, una cadena que acaba usando a modo diríamos de amuleto... en detrimento de sus faldas largas y sus jerseys se lana de cuello vuelto) y adopta una personalidad distinta, la que ella presupone va a gustar a la joven y la va a hacer parecer interesante y abierta de mente.
Pero lo que es una especie de doble triángulo amoroso nos descoloca totalmente porque, cuando en todas las ficciones es el que engaña el que intenta ocultar por todos los medios a su amante, aquí se oculta a sí misma: de Sidney, a quien no le da ningún dato sobre su vida salvo su número de teléfono, y de su ex novio Sam, que es su paciente y curiosamente es quien está a punto de descubrirlo todo en un par de ocasiones. Sidney quiere conocer a "esa psicóloga" y Jean lidia para que ninguno de los dos sea consciente de lo que está pasando. En definitiva, que Diane y Jean son una misma persona.
En el último capítulo, Sidney ve a Jean dando una charla en el colegio... Y de repente es ella la víctima, la manipulada, aquella con quien el espectador tiende a identificarse.
Me temo que no podré disfrutar de una segunda temporada y ver cómo se desarrollan los acontecimientos... porque la serie ha sido cancelada.

jueves, 8 de marzo de 2018

Huelga feminista internacional día 8 de marzo

Suelo utilizar este blog como vía de escape, como forma de ocio, sin ningún tipo de pretensión. Este blog no va de nada y va de todo, sobre todo de lo que me gusta. Pero no soy una activista de nada. Tengo mis ideas, mis convicciones, mis principios y mi ética y siempre ha sido así. Mi marido dice que si fuese un personaje de rol, sería una paladina.

Llevo todo 2017 leyendo y compartiendo noticias y artículos de opinión especialmente sobre tres temas: feminismo, orientación sexual e identidad sexual.

Como mujer, he crecido en un ambiente consciente de la discriminación (desde muy pequeña, mi padre me decía que estudiase mucho porque muchas profesiones se me iban a vetar por el simple hecho de ser mujer y en el resto me pedirían más que a ellos para destacar). Con el paso del tiempo, especialmente como estudiante, siempre me creí igual porque las notas eran las notas. No había otro medidor ni otra recompensa. Todo cambió al acceder al entorno laboral y, cuanto más he leído, más discriminaciones machistas he encontrado a mi alrededor. ¿Por qué? Porque tenía el machismo interiorizado y no podía arrancarlo de raíz; yo era parte del todo. No era mi abuela con sus pensamientos del siglo pasado, pero tampoco era una mujer libre ni liberada. 2017 ha sido, sin duda, el año del feminismo. Ha estado en boca de todos y si algo es el signo definitivo de esa presencia es que hasta las grandes marcas han usado consignas feministas para sus camisetas.

En cuanto a orientación sexual e identidad sexual, sí que conozco a personas homosexuales que hablan mucho sobre el tema y sobre la discriminación, los insultos, las palizas… Y me parece terrible. Y, cuando mi hija, con dos años, repetía a todas horas y allá donde fuese que era una niña, que era una niña, que ellA era una niñA… Vi que había algo dentro de ella que despertaba y que nunca nadie cambiaría: la identidad sexual. Me enteré de tristes sucesos, de suicidios de menores transexuales, de niños designados niñas en el nacimiento y al revés, que pugnaba por decir que eran lo que nadie más veía y que nadie les escuchaba; que se agarraban a los estereotipos que les colocaban en el sexo que ellos sentían… Y que llegaban a la adolescencia sin el apoyo de sus padres, compañeros ni profesores. Sufrían acoso y, finalmente, se suicidaban porque poco a poco les habían matado.
Sobre orientación e identidad sexual no descarto hablar más en el futuro porque son temas que despiertan enormemente mi interés, aunque hoy por hoy no me vea afectada por este tipo de discriminaciones. Pero ya he abierto la caja de Pandora.

Así que, de nuevo, volviendo al feminismo, sin ser activista sí me considero activa y me gusta hablar del tema. Sobre todo, con gente de mi entorno.

Hoy se ha convocado una huelga de 24 hrs con carácter general, aunque las asociaciones feministas piden a los hombres que no se unan para que se vea “el hueco”, que se vea que somos la mitad de la población y un poquito más. Y que sólo se unan para que dejando su puesto de trabajo se vea que van a casa para ocuparse de su cuidado y el de los niños y mayores, tareas que realizan mayoritariamente mujeres pero que no se visibilizan ni se les da importancia en absoluto. Se trata de una huelga laboral pero también de cuidados, de consumo y estudiantil.
Algunos sindicatos, encima los más conocidos, opinan que esto es “demasiado”. Les parece demasiado convocar una huelga general así, “de repente”, para denunciar la brecha salarial o el techo de cristal. Quizá, en lugar de reclamar ese 15 % de menos que las mujeres cobran ocupando el mismo puesto que los hombres, sería mejor reclamar sólo un 4 % “para ir empezando”. Por eso los paros de dos horas, supongo…
Esta huelga ha tenido muy poca cobertura mediática. Es cierto que no soy de leer periódicos ni de encender la televisión, pero tengo muchos amigos y compañeros compartiendo a diario noticias sobre todas las causas que les hacen moverse (una de ellas suele ser el feminismo) y no he visto mucho movimiento sobre este tema. Así que, cuando vi un vídeo de Marta Flich me dije: “¿Qué está pasando y por qué no tengo ni idea?” Empecé a investigar y a hablar con amigas y familiares que suelen estar al día de esto y que me ayudaron a buscar información.

Yo no veía hacer un paro de dos horas durante mi jornada laboral de cuatro. No veía entrar a la oficina a las 11:00h y salir a la calle a las 11:30h, bajo el escrutinio de todos y todas, para subir a las 13:30h a oír murmuraciones y miradas entre miedo, asombro y envidia (porque nunca se sabe). Había oído en algún sitio también que la huelga era de 24 hrs pero, si UGT y CCOO no la respaldaban, ¿quién lo hacía?
Desde la Confederación Nacional del Trabajo lamentamos profundamente la labor de manipulación que tanto CCOO como UGT están realizando en numerosos centros de trabajo, dando a entender que sólo es legal su convocatoria de paros de dos horas. Llamamos a todas las trabajadoras y trabajadores a que combatan estas mentiras que socavan el éxito de la huelga feminista y difundan en la medida de sus posibilidades la legalidad de la convocatoria de huelga general de 24 horas legalizada por CNT y otras centrales sindicales.” Lo leemos aquí.

Así que ahí estoy, subida en el carro de la huelga de 24 hrs.
Si alguien me pregunta por qué, es que no sé ni cómo explicarme, de tan obvio que me parece.

En primer lugar, es un ejercicio de coherencia personal. Con lo que he estado hablando y compartiendo durante un año y también con mis propios principios. No puedo declararme feminista y después seguir trabajando en un puesto en el que he sido y soy discriminada. A ver, por supuesto que puedo. Tengo muchas amigas y compañeras que hoy siguen en sus puestos por miedo, por poca capacidad económica y por un sinfín de circunstancias. No las critico, las apoyo. Es difícil vencer esa barrera. El miedo es poderoso y paralizante y de eso se valen quienes tienen el poder. Todos somos presos de nuestras circunstancias y este viaje no se hace en un día. Además, a pesar de que sean ilegales, sabemos todos cuáles pueden ser las represalias y tenemos que estar dispuestos a aceptarlas. Cuando has hablado con un abogado y te ha dicho que tu caso es un claro ejemplo de mobbing pero que sin pruebas escritas y un informe de un psicólogo forense difícilmente te dé la razón ningún juez, sabes perfectamente que la ley es una cosa y la realidad es otra. Cuando has pasado una baja de dos meses y medio (y te la querían mantener pero tú querías salir a luchar, sin tratamiento de ansiolíticos y terminando lo antes posible el tratamiento psicológico) por ansiedad, sabes lo que es el miedo, claro que lo sabes. Pero precisamente cuando emprendes un viaje a pie, porque este es un viaje a pie y no en un asiento de cuero de clase business, acabas muy fortalecida. Mi mente no es la que era, conozco el poder de las palabras y no le doy ese poder a los demás.

También hay quien se pregunta por qué ahora, y yo me digo: ¿por qué más tarde? ¿a qué hay que seguir esperando? ¿no se ha creado suficiente conciencia como para dejarlo correr precisamente ahora?

Ya hemos tenido paros simbólicos en el pasado.
Ya hemos escuchado muchas tonterías...
Según elPP, partido que gobierna en España, esta huelga es “de élites feministas pero no de mujeres reales con problemas cotidianos”. Por supuesto que las mujeres inmigrantes “ilegales”, las mujeres no dadas de alta (el sector de la limpieza en el hogar y el de cuidado de ancianos en el hogar a la cabeza, en los que no conozco a hombres), las mujeres que sufren una tremendísima discriminación en su trabajo y las que tienen una situación tan precaria que no pueden prescindir de un día de sueldo no secundarán la huelga. Yo me pregunto: ¿qué hace el gobierno por ellas? ¿Por qué no hablan más a las claras por qué los derechos se recogen en el papel pero no se trasladan a esas mujeres reales con problemas cotidianos?
El asqueroso derecho a importunar: “Esta justicia expeditiva ya tiene sus víctimas: hombres sancionados en el ejercicio de su oficio, obligados a dimitir […] por haber tocado una rodilla, intentado dar un beso, hablado de cosas intimas en una cena profesional o enviado mensajes con connotaciones sexuales a una mujer que no sentía una atracción recíproca
Y la falsa creencia de que ya se ha conseguido la igualdad… En muchos casos porque las mujeres que sí tienen un buen cargo y poder se olvidan de que quizá ellas no han sido discriminadas pero otras sí lo son (volvemos al tema de tener privilegios, no reconocerlos y de la dificultad de deshacerse de ellos).
(…) la socióloga Cristina Hernández, que ha rescatado el síndrome de la abeja reina para evidenciar la problemática del manifiesto. Hernández indica que las que lo padecen  “son mujeres con éxito en ámbitos masculinos” que reniegan de la sororidad. “Como ellas han llegado al poder creen que todos pueden hacerlo, olvidando los obstáculos de clase social y género que sufrimos el resto“, apuntaba en su hilo de Twitter. Las socióloga destaca que estas suelen ser mujeres ciegas ante la discriminación de clase y género y se empeñan en hacer responsables al resto de féminas de las desigualdades que sufren.
Aunque esta falsa creencia, para quienes tienen oídos, es fácilmente es desmontable.
Los hombres de mi generación son otra cosa, dice. "Ya están educados de otra forma". Le respondo escéptica. "Sí, abuela, pero quién sigue cuidando, quién coge las excedencias, quién se queja de los horarios absurdos, de las reuniones a deshora, quién se agota teniendo mil cosas en la cabeza". "Es verdad, claro que no tenemos igualdad", sigue ella.
La gente está harta.
 La contundencia del respaldo a la huelga, convocada por organizaciones feministas, habla del hartazgo social por la discriminación de las mujeres y del elevado nivel de concienciación sobre lo que ocurre, ya que el 80% considera que en España predominan los comportamientos machistas, un porcentaje más alto todavía cuando se pregunta a mujeres (87%) frente al 72% de hombres, según datos de la encuesta sobre desigualdad realizada por Metroscopia para EL PAÍS con 1.500 entrevistas telefónicas entre el 28 de febrero y el 2 de marzo.

Curiosamente, por una vez España (y Francia) es pionera en una huelga de este tipo.
Nuestro país es, en este caso (y en este año), la avanzadilla del movimiento. Por eso mismo medios europeos y latinos se hacen eco de nuestra propuesta, mientras que en los medios españoles no resuenan las noticias sobre las huelgas del resto de regiones.

Hay muchas, muchas razones para sumarse.

El trabajo invisible, el no remunerado, el ni siquiera agradecido.

Para muestra, el escrito de Patricia Escartín, médico de familia… Una muestra con muchos ejemplos de entre cientos que debe tener en su memoria:
“Hay días que creo que ya no puedo más”. Lo dice Pilar, al despedirse. Cuidadora de su padre, completamente dependiente. De su tía, “semi-válida”. De su marido, de sus hijos. Tres años estuvo sin apenas salir de casa, al cuidado de su madre, hasta que esta falleció.
“No, doctora, no me puede dar la baja, no tengo contrato. Ya aguanto”. Graciela trabaja como interna en un domicilio particular. Cuida, limpia, cocina, todo. Todo para mandar dinero para su casa, al otro lado del océano.
—¿No está el doctor hoy, que han dejado a las chicas?
—No, no nos ha dejado a las chicas. Hoy le atienden dos médicas. No se quejará… —médica sustituta y médica residente suspiran. Sonríen displicentes. Una más… Otra más…

“Ay, no doctora, eso de las medicinas y las visitas a los especialistas se lo pregunte a mi mujer/madre/hermana, que es la que lo sabe”. Mariano tiene 70 años. Jesús, 20. José Luis, 81. Ninguno, nunca, se ha hecho cargo de nada en casa. “En casa las que mandan son ellas, jajajaja”.

O el fabuloso comic “Me lo podrías haber pedido”, por el que la carga mental en las parejas heterosexuales suele recaer siempre en el mismo lado. Es un buen examen de la pareja mostrarle este cómic a él. Si no lo entiende o se enfada, supongo que aún no ha pasado por esa etapa de reflexión, aceptación y cambio.

La violencia machista, que por su peso tiene que llamarse así, sin medias tintas. Ni de género, ni en el ámbito familiar, ni nada. Es cierto que niños y ancianos son también blanco fácil de la violencia dentro del ámbito familiar, pero basta echar un vistazo rápido a las estadísticas para entenderlo todo.
“La violencia sí es de género y no ‘de pareja’: sólo en 2017, 48 mujeres fueron asesinadas por sus parejas. Según los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial en su Informe sobre víctimas mortales de la Violencia de Género y de la Violencia Doméstica en el ámbito de la pareja o ex pareja (en este caso del año 2013, último año disponible), las víctimas mortales masculinas no fueron más de 10 entre 2007 y 2013 (cinco de estos asesinatos, además, fueron cometidos por hombres). En ese mismo periodo de tiempo fueron asesinadas 443 mujeres. Esto supone que las muertes violentas que han sufrido los hombres a manos de mujeres apenas alcanzan el 1,1% frente al 98,9% de mujeres asesinadas.”

Porque hace veinte años de la muerte de Ana Orantes, que marcó "un antes y un después". Pero, como dice el gobierno, “no existe un problema de reconocimiento de derechos, sino de trasladar los derechos reconocidos al día a día de mujeres y hombres” (que no hablan de violencia machista, pero es que esto es un todo). Que se lo digan a todas las Ana Orantes que han venido después.

La feminización de determinadas profesiones. Muchas veces, porque se da por hecho que las mujeres son más válidas para enseñar a niños pequeños, para cuidar o para limpiar, sin pensar en que se nos ha dirigido hacia esas profesiones y no es una elección natural basada en una realidad biológica. ¿Por qué mi hija me dice que quiere ser profesora pero me pregunta con timidez si PUEDE ser inventora?
Por ejemplo“Solo un 7% de las niñas se ven como científicas en el futuro”

Muy interesante: “El colegio de primaria Pompeu Fabra de Barcelona activa los servicios mínimos al secundar todas las maestras la huelga feminista” y “"A la hora de decidir sobre la huelga tuvimos una contradicción: ¿se habrán quedado en casa muchas madres del colegio cuidando a sus hijos? Seguro"
Hoy en la fila del cole, mi hija se ha unido a ocho compañeros en lugar de a los habituales veinticuatro. Lo que muchos hemos pensado en la puerta: “Las mamás que se hayan quedado en casa habrán decidido no traerlos”. Es contradictorio, pero nuestra sociedad lo es y vamos poniendo parches. Hoy la tutora de mi hija ha secundado la huelga y me alegra infinitamente porque sé que está siendo educada en valores. Y quiero igualdad para mis hijas.

La cultura de la violación. Porque es INAUDITO, de verdad, que estamos en 2018.
Mucho se ha hablado de esto, de los abusos y del acoso, de ahí las campañas del #metoo y del innecesario #notallmen.

A pequeña y a gran escala, es todo injusto y terrible. Pero lo de la cultura de la violación y la culpabilización de la víctima es ya un tema flagrante. Que si qué llevaba puesto, que si por qué tonteaba con él, que si no sabe elegir más que indeseables…
“La investigación de la organización británica Haven, que brinda apoyo a mujeres violadas, señaló que muchas de las mujeres encuestadas consideran que algunas víctimas de violaciones deberían asumir una cuota de responsabilidad en el hecho.
Entre las mujeres que les atribuyeron parte de la culpa a las víctimas, el 75% dijo que si una mujer accedió a ir a la cama con el agresor antes de producirse el ataque, debe aceptar una cuota de la responsabilidad.
Poco más del 33% que así piensa culpó a las víctimas por vestir atuendos provocativos o ir a la casa del atacante para tomar una bebida.”
Ha surgido en España el #yositecreo por el famoso y repulsivo caso de los Sanfermines de 2016.
“Según han continuado, "la violencia sexual es violencia machista y como tal debe ser considerada". "Este juicio es un ejemplo claro de lo que significa la cultura de la violación", han señalado, para recordar que "hace una década vivimos el proceso judicial por el asesinato de Nagore Laffage", un juicio, en su opinión, "injusto" y que "desprecia los derechos de las mujeres, ya que se le concendió la credibilidad absoluta al acusado".
Pero es que hay motivos para temer que una mujer de 18 años, víctima de cinco tipos enormes y a la que además dejan tirada y SIN MÓVIL (¿para qué? ¿para que no comparta la maravillosa experiencia por whatsapp con sus amigas?), sea juzgada culpable socialmente y también judicialmente. Si no, véase el caso de Rosa Elvira Cely.

La brecha salarial, el techo de cristal, la discriminación en los procesos de selección, el castigo a las madres y a las madres que se acogen a sus derechos de conciliación… Dentro de mi sector soy una persona que no cobra mal, eso está claro. Y tengo una jornada que me permite disfrutar de mis hijas y, después de atravesar un 2015 muy duro, una auténtica crisis personal y laboral, puedo decir que hoy soy otra persona.

Pero eso no quita que yo o gente de mi alrededor (sigo hablando de mujeres) sigan escuchando estas frases, 100% verídicas y de primera mano:

* ¿Cuántos años tienes? ¿Y estás casada? Buf, pues con 28 años estarás deseando tener hijos.
* ¿Estás embarazada? Por lo menos no das a luz en temporada alta.
* ¿Estás embarazada? Con la edad con la que te contraté no creí que me fuese a enfrentar a este problema.
* Mañana quien quiera que haga huelga, pero que se quede en casa también el 9.
* Es una desagradecida que en esta empresa no ha hecho más que parir.
(testimonio) Mientras yo le hacía preguntas a mi jefe, cuando me contestaba miraba a mi compañero como si yo no estuviese allí ni hubiese hecho la pregunta.

Y una puede sumarse de muchas formas diferentes.

Hoy hay en Madrid una marcha que parte desde Atocha a las 19:00h y que terminará en Plaza de España. Puede que no hagas la huelga, pero puedes manifestarte de muchas otras maneras.
Si sales a la manifestación pero no haces huelga, serás una “lista” porque protestas sin que te duela el bolsillo. Si haces huelga pero no vas a la manifestación, serás una “cara” que protesta con todas las facilidades desde su sofá (eso me dijeron cuando, embarazada, secundé la huelga contra la reforma laboral pero no asistí a la manifestación por miedo a recibir algún golpe o verme aplastada entre el tumulto). Siempre lo harás mal, parte de ese punto.

Si no quieres salir a la manifestación o no puedes (porque hay quien no puede delegar en maridos – que no tienen o que están fuera – o en abuelas – que también están llamadas a la huelga –), también puedes relajarte hoy en casa. Ni una lavadora (aunque las lavadoras sean tuyas y el baño suyo). No hacer ni comprar cena. Seguro que se puede picotear fruta, frutos secos y yogur como en un buffet de hotel.

También puedes simplemente tomarte unos minutos para reflexionar. Para ver si tienes privilegios, para ver si eres una afortunada. Para ver qué falla y que puedes cambiar en ti y en tu entorno.

Yo sé que soy una afortunada porque a pesar de haber dinamitado mi carrera profesional con dos embarazos, dos permisos de maternidad, excedencia y reducción de jornada, otras mujeres (y otras familiares) no pueden plantearse prescindir de su sueldo para conciliar su vida laboral y su vida familiar, repartir su tiempo entre sus aspiraciones profesionales y el tiempo de calidad con sus hijos. Yo sé que soy una privilegiada porque aunque en mi país aún se sufre violencia obstétrica no he nacido en África o en India.
Pero he cambiado también muchas cosas en el camino. He dicho machistadas de las que hoy me avergüenzo profundamente. Tanto, que no puedo ni escribirlas en este blog anónimo.

Y estoy orgullosa de haber abierto los ojos de muchas personas a mi alrededor además de, por supuesto, haber abierto mi propia mente. No callar ante los micromachismos (que no por micro no dejan de ser un programa bastante macro) es una forma de reivindicación también:

* ¿Me estás diciendo que si tienes una hija no le vas a dejar volver a las tantas de la mañana pero a tu hijo sí? ¿No te parece suficiente con la discriminación que va a sufrir en la calle como para discriminarla dentro de casa?
* No repitas eso de “qué habrá hecho para llegar donde está”, porque presupones que no ha trabajado duro y que se ha prostituido.
* No repitas eso de “yo ayudo en casa”. Si haces tu parte, haces tu parte. Así que dilo como es.
* ¿Cómo puedes decir que “esa tía está buena” si es una cría? Ni será mayor de edad (16 años frente a 25… ante la respuesta de “todo lo que sangra es caza”, se acabó el diálogo y la amistad)

Me enorgullece que mis amigos también vayan avanzando en todos estos aspectos, sobre todo los hombres que, volvemos a las mismas de antes, por privilegiados a veces no ven tan claro el problema. Hoy paran los chistes machistas y las fotos sexistas en los grupos de whatsapp.


Mi agradecimiento a Aitor Sánchez, de “Mi dieta cojea”, por poner palabras a algo que yo no suelo poder explicar cuando explico por qué TODAVÍA y HOY es necesario el feminismo.

“Siempre que debato con otros hombres sobre el feminismo ayuda mucho la perspectiva de #AlRevésNoPasa. A mí me ayudó mucho a ser consciente de nuestros privilegios. Y quiero que veáis algunos ejemplos:
No debería ser un problema que es una empresa / entrega de premios / asociación / asamblea profesional aislada... haya más hombres destacados, pero es que #AlRevésNoPasa.
Hay muchos hombres mediocres en puestos directivos, en cargos de representación, dirección de empresas, pero es que #AlRevésNoPasa.
Tú te vuelves tranquilo a casa,
Tú terminas una conferencia y no comentan tu ropa por encima de tu intervención,
Tú eres el que todo el mundo presupone que dirige la empresa,
Tú eres al que mira el camarero al apuntar la comanda,
Tú eres al que le traen la cuenta tras cada comida,
Tú eres al que le explica el carpintero de la reforma cada cosa,
Tú eres el que no está discriminado solo por el hecho de ser hombre,

Y #AlRevésNoPasa
Y si se os vienen a la cabeza excepciones, son precisamente eso: excepciones anecdóticas ante una norma.”
Será porque sigo teniendo interiorizado lo de no vociferar, esperar mi turno, etc. Cosas que las buenas chicas aprenden pero los chicos no, porque ellos viven en el “quién es el más fuerte (o el que más grita) del corral” en el que esta mierda de sistema también los ha sepultado.
Porque aún sigo viendo muestras de interrupciones amujeres y mansplaining por doquier.

Mi agradecimiento a todos los hombres que hoy se hanhecho a un lado para hacernos más libres y más protagonistas.
“Creemos que lo que nos están pidiendo nuestras compañeras es precisamente que pensemos nosotros qué hacer con todo esto, que escuchemos activamente; preguntar no puede ser la manera de seguir sin responsabilizarnos. Dime que te molesta que no esté limpio el baño y yo lo limpio, pero si no me lo dices no lo sé. No, esto no va así, esto se trata de que te moleste a ti que el baño esté sucio, de que te responsabilices de lo que pasa a tu alrededor, no de si el baño está limpio o no, sino de que te hagas cargo, de que lo incorpores como algo tuyo, de que te involucres, pero no por ceder a los deseos de otra persona.
“Por eso os proponemos que empecemos a pensar qué hacer el 9 de marzo y olvidarnos un poco de la preocupación de si el feminismo nos deja o no espacios como personas, si es una lucha de todos o solo de las mujeres, si nos ataca o no nos ataca, si es mejor ese o aquel modelo de masculinidad que hemos leído en un libro o hemos escuchado en la radio.

Así que así estoy pasando mi mañana, en casa, en modo protesta.
Y no me quedo para tener un día adicional de vacaciones (porque no me lo pagan). Tampoco me quedo para poner lavadoras ni preparar táper. Tampoco me quedo para que mis hijas disfruten de un día sin cole ni para hacer trámites burocráticos. Me quedo para ser pesada. MUY PESADA.

lunes, 5 de marzo de 2018

Bellezas diferentes

Hace un tiempo escribí una entrada sobre las gordibuenas, las modelos curvy y, en general, el XXL que ha saltado a la pasarela.

Porque llevamos años hablando del mensaje tan negativo que se envía a las mujeres, adolescentes e incluso niñas desde el mundo de la moda. Tan simple como "delgada estarás guapa". Luego todo se adereza con rutinas de ejercicio, cremas anti edad para mujeres de 25, tratamientos carísimos para el cabello y peinados muy trabajados, bronceados en junio y otros tantos imposibles que hunden a más de una en:

1) Sentimientos de baja autoestima.
2) La falacia consumista de que cuanto más y más caro tienes mejor percepción de ti tendrán los demás.
3) Trastornos alimentarios, por supuesto. 

Hace tiempo reflexionaba también en casa con mi pareja sobre por qué esa baja autoestima, inseguridad y a menudo depresión en tantas mujeres a mi alrededor. Llegué a plantearme que tuviese algún tipo de explicación biológica (el ciclo menstrual no puede obviarse tampoco), pero acabé encontrando en las revistas de moda que antes devoraba ese yugo que somete a la mujer a unos cánones de belleza no sólo arbitrarios sino a menudo imposibles. Luego saltan por ahí los que llaman débiles a las mujeres por "dejarse encandilar" o por "creérselo todo", pero cabe resaltar que esto no ocurre porque un día en un aeropuerto decidas leer una revista de moda por primera vez en tu vida y de repente tu mundo se vuelva patas arriba. Esto ocurre porque el bombardeo comienza cuando le ponemos un lazo en la cabeza a una bebé sin pelo o vendemos trenzadores a una niña de tres años, cuando nos reímos de la niña que desarrolla demasiado pronto o de la adolescente con granos, cuando vamos de compras y las niñas no encuentran sujetadores o pantalones en los que se sientan bien porque el mensaje ya ha calado en ellas.

Pero es que no se trata sólo de lo que hay que ser, sino de lo que NO hay que ser.
Depilación, tintes, maquillaje para ocultar manchas y pecas, cremas para disimular estrías... Y el rechazo frontal a la vejez.
Como siempre, no significa que esté mal teñirse, depilarse o dar luz a una mirada con un eyeliner. Se trata de que una no se siente a gusto si no lo hace.

Igual que en la antigua Grecia existía el canon clásico de belleza, con sus medidas y sus normas, hoy nos enfrentamos a algo parecido. Porque mujeres más allá de la 38 suben a desfilar. ¿Pero se trata tan sólo de una cuestión de peso?

(que esto es como decir que no te gusta Ryan Reynolds porque es demasiado guapo de libro, ¡pero es verdad!)

Muchas mujeres quedan escondidas a los ojos del gran público. No se suelen mostrar mujeres velludas, tullidas, bajas, ancianas... Sigue ahí el estándar. Con más kilos, pero el mismo.

Por eso quería hoy homenajear a todas esas bellas que tienen hoy su sitio en el mundo de la moda. Que nos hacen ver que una persona no es in rasgo, sino toda ella. Y que está más que bien lucir con orgullo aquello que para unos es feo pero que para nosotros es parte de nuestra identidad. Y, sí, hay tantas bellezas como personas.


Se trata de una modelo de origen griego que llama la atención por sus cejas, muy pobladas, y su entrecejo. Mientras Cara Delevigne o Natalia Vodianova se quedan muy atrás en el camino, Hadjipanteli ha hecho de su entrecejo su seña de identidad y por eso es única. Me parece hasta un acto de valentía, desafiando a la corriente impuesta.


Se trata de una modelo negra que tiene vitíligo. El vitíligo es un síndrome por el cual las células de la piel van perdiendo poco a poco su pigmento, pero lo hacen por zonas así que el aspecto es el de una mancha. Las personas albinas y las personas con vitíligo son rechazadas en muchas sociedades por puro desconocimiento. Pero Desigual ha encontrado en Harlow la imagen perfecta para la marca y es un gusto verla en las marquesinas de la ciudad.




Dicen que "quien tuvo, retuvo", ¿no es cierto? Nos empeñamos en atrasar y esconder los signos de la vejez (la que menos con cremas, la que más con botox y liftings), pero la vejez es una etapa más de nuestro ciclo vital y no deberíamos esconderla ni deberíamos dejar que nos escondan. Por eso me parece estupendo que ahora haya modelos octogenarias en el mundo de la moda y no sólo anunciando pegamento para dentaduras o compresas para la incontinencia urinaria. Bellas jóvenes y bellas ancianas. Lo más curioso es que hasta esté en boga teñirse el pelo de gris (y que por otra lado se cuestione a quienes - mujeres - deciden dejar sus canas libres de tinte).



No son modelos, pero son diseñadoras de éxito con una dilatada carrera profesional y un punto personalísimo que me encanta. Más allá del carácter de sus creaciones, me llama la atención el carácter de su look. Se las ve seguras, fuertes. Sobre todo porque la madurez no tiene por qué ser sinónimo de elegancia y contención sino que debería ser el momento perfecto para dejar de pensar en el qué dirán. Porque la vida es para vivirla como uno la siente, sin dejarse llevar por imposiciones ajenas del tipo "qué no debes llevar a partir de los 30". Porque si es "ridículo" llevar minifalda según algunas revistas a partir de los 30, ¿qué hay de los 40, 50, 60, 70, 80...? ¿Se les permite a Rykiel y a Westwood por su profesión o por su éxito? El éxito es quererse, creo yo.



Y guardo un pequeño espacio para mencionar a Anna Cleveland, una modelo a la que hace un par de meses ni conocía pero, cuando la vi en la portada de una revista, en lo primero que pensé fue en los retratos de Modigliani. La obra de Modigliani siempre me había parecido exagerada por lo excesivamente sencilla e incluso caricaturizada, un imposible, un "veo esta modelo y dibujo otra cosa". Pero al ver a Cleveland me dije: "Es el arte hecho carne". Tampoco es una belleza del todo convencional, pero también es preciosa, como todas las anteriormente mencionadas.