lunes, 23 de abril de 2018

Netflix: mis favoritas I


Bloodline

Vi esta serie por encontrarse entre las top 10 de Netflix en su momento. La información la encontré en algún blog de cine y curiosamente ningún conocido la había visto.

Quizá eche para atrás su ritmo lento y espeso, la cantidad de silencios que inundan los capítulos y, por qué no, un paisaje al que no estamos acostumbrados en las series estadounidenses: el de Miami.
Sí, tenemos a "Dexter" o a "CSI Miami", pero el ritmo y la ambientación (más en CSI) siguen el patrón de cualquier otra serie comercial.

En lo que a mí respecta, esa ambientación es precisamente uno de los atractivos de la serie (igual que en "True detective" o en "Breaking Bad"). Y no se trata sólo a través de la fotografía, sino que se nos transporta a Los Cayos a través del ritmo que marcan las pausas en las conversaciones, las grabaciones de día, la calima, el sonido de las olas más que el de la música...
A medida que la trama avanza, sin embargo, se graba más de noche, hay días nublados, días de tormenta... La meteorología y la luz al servicio de la ambientación.

Trata Bloodline sobre una saga familiar adinerada y con estatus dentro de Los Cayos. Los patriarcas regentan un hotel vacacional con encanto y sus hijos son policía, abogada, dueño de un negocio de reparación de yates y... Danny.
Como dice John, el hermano mayor y policía, desde el comienzo de la serie: "Cuando supimos que Danny venía, supimos que algo malo iba a ocurrir". En todas las familias hay una oveja negra, pero siempre cabe cuestionarse el lugar que ocupa cada uno y por qué. 

¿Es Danny mala persona? ¿Le permitió su propia familia elegir otro camino? ¿Le trataron como a un criminal y le condenaron en vida?
¿Fue su padre un guía o un tirano? ¿Fue realmente tan legal como se presuponía o sus negocios se sustentaban sobre inicio turbios? ¿Fue buen padre y buen marido?
¿Es John la personificación del bien o se erige en protector de su familia y en la ley no escrita en su jurisdicción? ¿Le lleva el seguimiento de una ley sobre lo que es correcto a hacer "el mal" o es ese mal justificable?
¿Es Meg, la hermana abogada, una persona cándida e ingenua? ¿O es una persona egoísta que no se quiere posicionar pero que al mismo tiempo se beneficia de lo que el resto le puede ofrecer?
¿Es Kevin, el pequeño, el que se dedica a los yates, tan valiente y tan echado para adelante? ¿Es una persona insegura que se escuda en John? ¿Actúa impulsivamente sólo con la seguridad de que John le ayudará después?
Y la madre, Sally... Un personaje que parece el pegamento que los une a todos pero que es el que más roto está por dentro y seguramente el que más esconde.

Los personajes son complejos y muy profundos. Todos ellos esconden algo, aunque simplemente sean sus propias debilidades, y todos hacen y deshacen partiendo de las premisas falsas sobre las que se sostiene su familia: el matrimonio ideal de sus padres, la muerte de su hermana Sarah en un fatídico accidente, la culpa arrastrada por Danny...

Al mismo tiempo, otros muchos personajes les hacen salir de sus tejemanejes familiares y les obligan a participar de un submundo ilegal al que el propio Danny, no sabemos si como venganza premeditada, los arroja. Especuladores, traficantes de drogas y de personas, hijos desconocidos... Pero también amigos de Danny que no están conformes con lo que ven y también los que quieren sacar tajada.


La confusión es tal que uno no sabe si compadecer a John y odiar, por ejemplo, a Sally. Uno no sabe si es más pusilánime Meg o Kevin.

Y entretanto las marismas, los botes y los explosivos, los caimanes, la ropa de lino blanco, un colgante de un caballito de mar...

Muchas horas de visionado en las que podrías pensar que te están contando poco pero realmente la trama es espectacular.

domingo, 8 de abril de 2018

XO Collections en el Nómada Market


En la última edición del Nómada Market en Madrid, tuve el placer de conocer el trabajo de XO Collections.


A pesar de que tenía mis reticencias a la hora de volver a este mercado dado que comparando con el que hicieron hace años en Chamartín el del Mercado de la Cebada dejaba mucho que desear, le di otra oportunidad y salí muy contenta.
Cuando cambiaron al Mercado de la Cebada se detectaron muchos problemas en la infraestructura y creo que se hicieron eco de ello porque recibieron bastantes críticas en Facebook e imagino que también por otros canales.
Yo veía dos grandes ventajas a este emplazamiento: primero, que no había que pagar ninguna entrada aunque fuese poco dinero y, segundo, que exponer en un mercado como al, en puestos con su mostrador, su toldillo, etc. le daba a todo un aire muy castizo y original.
Pero a veces lo que es un punto a favor se vuelve en tu contra. Y es que puede ser divertido exponer pendientes de  platería o gafas con montura de madera al lado de una pescadería con sus grotescos rapes, pero el olor puede convertirse en un problema que ni las tiendas de velas aromáticas te van a poder resolver.



Por suerte en la pasada edición eso se había arreglado. Imagino que a costa del aire acondicionado y del fresquito que pasamos allí, que no me quité la cazadora vaquera no un minuto y eso que este otoño ha sido especialmente benévolo.
Sin embargo, los vendedores no siempre estaban contentos. Se quejaban de que, frente al fresco que corría en los pasillos dentro de los locales tenían mucho calor; la posición era muy cansada y era complicado llegar al género o que los clientes se animasen porque no podían tocarlo (dependía mucho del mostrador que tuvieses). También se quejaban algunos vendedores de ropa porque, para poder exhibir sus percheros, la única forma posible era colocar sus puntos de venta en los pasillos. Las aglomeraciones eran importantes, sobre todo ante los puestos que estaban frente a un ascensor que además era el único punto por el que podían acceder al mercado los carritos de bebés.



Supongo que poco a poco le irán cogiendo el punto o que irán estudiando otros enclaves más prácticos a la vez que interesantes para no perder esa marca de mercadillo de diseño independiente.



Aún así, valió la pena por todas las experiencias que me llevé del día.




* Me compré unos pendientes de Lucía Labigornia con forma de cerilla muy particulares. Trabajados en acero quemado y con una pequeña bola de coral haciendo las veces de fósforo, llevan la tuerca a cierta altura sobre el palito. Así, el pendiente no cuelga de justo el agujero que llevas en el lóbulo y la caída es muy original.



* Comimos en Latina Turner. Un pequeño local muy cerquita del Mercado de la Cebada que nos llamó por su original nombre y por la comida, digamos fusión latina pero sin pretensiones. Tomamos papas arrugás con mojo y patacón frito con guacamole. Buenísimo y muy económico. Totalmente recomendable.



* Conocí XO Collections. Aunque he visto en Facebook que tienen varias colecciones y que sus diseños son muy variados, precisamente lo que más me llama es lo que llevaron al Nómada Market: blusas retro hechas hoy e inspiradas en los 80. Para el proyecto, seleccionan y compran telas de estampados muy ochenteros y también botones del mismo estilo (plástico, nácar, dorado...). Después, aplican patrones de los 80 (¿alguien recuerda el Burda?) y cosen ellas mismas las prendas. ¡Eso sí es trabajo artesanal! No hay dos blusas iguales; ni siquiera hacen una M y una L con el mismo estampado. Son perfectas para llevar con una mini, con unos pitillos o para acompañar una chaqueta perfecto. Son muy estilosas y, a pesar de haber crecido en los 80, doy fe de que una no se siente señora con ellas. No fui capaz de elegir una y, además, llevaba un vestido estampado que ayudaba poco... No obstante, sé que acabaré haciéndome con una de ellas. Se las puede contactar para acercarse a su showroom.