martes, 27 de marzo de 2018

Netflix: deliciosas sorpresas

En esta entrada comentaré tres series que me han gustado especialmente. No siempre comerciales, pero todas con un encanto que a mí me ha ganado. Por eso hablo de auténticas delicidas.
También mencionaría "Grace and Frankie", pero le dediqué una entrada en su momento.

Stranger things

Que "Stranger things" ha resultado todo un éxito no es nada nuevo. De hecho, ahí está su segunda temporada, tan seguida como la primera y también recibidora de buenas críticas. 
Sólo he visto la primera temporada pero tengo que decir que (oh, pecado), sin ser fan de películas como ET, Los Goonies o Regreso al futuro, la serie me caló.
Creo que, a pesar de esa revisión de los años 80, la música, la ropa, el ocio, la tecnología "punta" de tamaño colosal, es decir, todo aquello que me echa para atrás de las películas mencionadas más arriba, esta vez sí me ha llegado por otros motivos.
Siempre he sostenido que cuando no has visto según qué películas en tu infancia o adolescencia, es bastante improbable que te gusten cuando las ves de adulto. Primero, porque los efectos especiales te parecen prehistóricos y, segundo, porque los protagonistas tienen una edad que no te permite identificarte con ellos.
En Stranger things, sin perder esa estética ochentera y sin grandes alardes tecnológicos, te cuelan unos efectos especiales que quedan estupendamente integrados.
Y, por otro lado, están los personajes de Nancy Wheeler (Natalia Dyer) y Joyce Byers (Winona Ryder). Son personajes maduros / adultos y, además, femeninos. Mientras el grupo de niños (que a mí personalmente no me gusta, aunque sé que para muchos representa precisamente las pelis de su niñez) está totalmente formado por varones (aunque tiene el contrapunto de Once, un gran personaje, y, por lo que sé, en la segunda temporada aparece otra niña), han elegido mujeres para papeles muy protagonistas.
Hay quien dice que el gran reclamo de la serie era la vuelta de Winona Ryder. Lo borda, sí, pero ya lo bordada, por ejemplo, en "Cisne negro".
Realmente creo que Stranger things es un compendio de elementos que se han conjugado muy bien: la nostalgia, los escenarios, los numerosos coprotagonistas, la ficción, lo sobrenatural, el terror, la amistad...
Y ahí es donde más ne enganchó a mí Stranger things: el terror y la amistad.
El terror por hacer que me quedase pegada al asiento, sin poder dejar de ver la serie cuando no quería ver al Demogorgon, medio tapándome los ojos. Y la angustia, esa angustia terrible por ver a Nancy incapaz de salir de Del Revés, perdida, asustada, cuando todo lo que quería era recuperar a su amiga. Barb, la entrañable Barb...
También tiene sus detractores. A mí alrededor, he comprobado que no gusta a los mayores de 50 años. Seguramente no se molestaron en incluirlos en su público objetivo. Estoy segura de que, de haberlo hecho, lo habrían conseguido.

Midnight diner: Tokyo stories
Creo recordar que esta serie no tenía una puntuación demasiado alta en Netflix. Será que no está doblada, será que no gustan las pequeñas historias... No lo sé.
Personalmente me resultó muy agradable volver a oír hablar en japonés. Por supuesto que tuve que tirar de subtítulos (son demasiados años de abandono de este idioma), pero aún así me hacía sentir bien recordar dicciones, frases hechas, vocabulario, acento. Aunque soy una fan acérrima del doblaje, reconozco que esta serie fue una delicia para mis oídos.
Y, aparte, para mí precisamente e atractivo de esta serie radica en que narra pequeñas historias, casi a modo de cuento, sin ningún tipo de pretensión. Ejemplo sumo de la sencillez de la serie es la introducción, con una música melancólica y una voz en off.
La voz es la del dueño del bar / restaurante donde da comienzo cada capítulo y cada historia. Se trata de un pequeño local que sólo abre por las noches y que acoge a personajes de lo más variopinto, muchos de ellos paisanos asiduos al local. Unas mujeres que salen tarde del trabajo y se acercan siempre a cenar, un señor mayor que vive solo, un travesti...
Las historias son ora divertidas, casi cómicas, ora tristes e incluso dramáticas.
Una de mis preferidas es la de una chófer que tiempo atrás fue una idol. No la típica idol cantante, sino protagonista de un serial de superhéroes para niños, tipo Power Rangers. Así, se nos van presentando cada vez diversos "personajes" o "tipos" de la cultura japonesa. El empresario rico casado con una belleza, el salary man, las solteras de "cierta" edad (entiéndase treinta años), el soltero consumidor de porno...
Una lástima que las historias vayan perdiendo fuelle a medida que avanzan los capítulos. 
Como anécdota, el dueño del bar cocina durante el episodio la receta que da título al capítulo y que alguno de los personajes (normalmente el que protagoniza la historia de esa noche) le ha pedido. Al final, los protagonistas la explican al público al otro lado de la pantalla y la degustan. Itadakimasu!

Gypsy

Creo que no hay nada que Naomi Watts haga mal. Me encantó en "Kong", "Promesas del este" o "Dos madres perfectas". ¡Y eso que no he visto "Lo imposible"!
Además, me parece una actriz muy interesante por lo diverso de su carrera y porque poco a poco se encamina hacia una edad madura en los que los papeles para mujeres (menos aún protagonistas) no abundan.
Así, "Gypsy" es un ejemplo de cómo puede ser protagonista de una historia una mujer de mediana edad, profesional, que toma sus decisiones (afortunadas o no) y que tiene sus miedos y deseos a flor de piel.
Sin embargo, por algún motivo (y sospecho que será precisamente todo lo que menciono en el párrafo anterior), al buscar información sobre la serie me encuentro en internet con numerosas críticas negativas.
Jean es psicóloga, tiene un marido "perfecto", bien posicionado, guapo, amoroso. Y tiene una hija que no está conforme en absoluto con su apariencia y los roles que le da la sociedad y cientos de frentes abiertos con las madres del colegio e incluso los profesores y la dirección debido a esa circunstancia.
Me gusta su personaje porque es absolutamente real.
Es una buena profesional con la "manía" de extralimitarse en sus funciones y acercarse e incluso inmiscuirse en el entorno de sus pacientes.
Tiene una buena relación matrimonial que poco a poco se sume en la monotonía y las culpas son múltiples. Hay infidelidades, celos... Sentimientos naturales que a menudo son provocados y retroalimentados por la propia Jean.
Como comentaba, su relación con las madres del colegio y, especialmente, con las madres que toman el rol de "abusonas" que mañana heredarán sus hijos, con las que juzgan y chismorrean y con las que son perfectas en todos los quehaceres del hogar y del colegio, va del simple roce a, cada vez más, el enfrentamiento abierto.
A veces la comprendes, a veces la odias. A veces la ves como víctima, a veces como culpable. Por ejemplo, cuando accede a que su hija se corte el pelo no lo hace realmente porque es lo que su hija desea, sino para fastidiar a su propia madre.
Pero así puede ser la realidad de todos nosotros.
Un día, al conocer a Sidney, la ex novia de uno de sus pacientes (Sam), siente mucho interés por ella (cuenta con información de primera mano que la joven no sabe que tiene). Y la joven por Jean (a la que conoce como "Diane") también.
Esa amistad un tanto desequilibrada entre la profesional escritora (eso es lo que Jean le dice que es) y la joven camarera, rebelde y manipuladora, acaba derivando en una relación amorosa con muchos altibajos y mucho misterio.
Jean se viste de manera diferente cuando va a ver a Sidney (cazadoras de cuero, camisetas de tirantes, una cadena que acaba usando a modo diríamos de amuleto... en detrimento de sus faldas largas y sus jerseys se lana de cuello vuelto) y adopta una personalidad distinta, la que ella presupone va a gustar a la joven y la va a hacer parecer interesante y abierta de mente.
Pero lo que es una especie de doble triángulo amoroso nos descoloca totalmente porque, cuando en todas las ficciones es el que engaña el que intenta ocultar por todos los medios a su amante, aquí se oculta a sí misma: de Sidney, a quien no le da ningún dato sobre su vida salvo su número de teléfono, y de su ex novio Sam, que es su paciente y curiosamente es quien está a punto de descubrirlo todo en un par de ocasiones. Sidney quiere conocer a "esa psicóloga" y Jean lidia para que ninguno de los dos sea consciente de lo que está pasando. En definitiva, que Diane y Jean son una misma persona.
En el último capítulo, Sidney ve a Jean dando una charla en el colegio... Y de repente es ella la víctima, la manipulada, aquella con quien el espectador tiende a identificarse.
Me temo que no podré disfrutar de una segunda temporada y ver cómo se desarrollan los acontecimientos... porque la serie ha sido cancelada.

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