martes, 23 de junio de 2015

50 historias… ¿de qué?

Creo que todavía seguiremos oyendo hablar durante mucho tiempo sobre la serie que ha vendido más de treinta millones de copias en todo el mundo: “50 sombras de Grey”.
Para empezar, he de decir que no la he leído y sigo sin saber si quiero o no leerla.

Muchas la recomiendan y, curiosamente, ni un solo hombre ha admitido – delante de mí – haberla leído (no hablo ya de recomendarla). Por un lado, porque soy “público objetivo”: mujer y mami (¿¿??).
Comenta Violeta Enciso: “El secreto de su éxito parece residir en un marketing dirigido a enganchar al público femenino, de hecho el epígrafe “escrita para mujeres” se utiliza como gancho publicitario en su página web. Pensada para enganchar al lector desde la primera página, la historia mezcla dos ingredientes a priori muy apetecibles: romance y porno suave. El mundo de Anastasia Steele da un giro de 180 grados cuando a pocos días de graduarse conoce al misterioso y temperamental Christian Grey, de profesión “megamillonario”. Lo que Anastasia no sabe todavía es que su huevo kinder particular viene con una sorpresa muy especial: Grey es un obseso del sadomasoquismo light y, loquito -término amable- como está por los huesos de Anastasia, no parará hasta que ella acepte entrar en su mazmorra del placer/dolor para dar rienda suelta a sus peculiares gustos sexuales. ¿Impresionados? Yo tampoco”.
Este comentario refleja un poco lo que yo, a priori, pienso sobre la novela. Sé que no es bueno tener prejuicios ni criticar sin haberlo leído, pero me parece bastante inquietante eso de “escrita para mujeres”. 

¿Es que no hay nada de lo que la literatura erótica nos puede aportar que esté escrito para mujeres? ¿Es realmente “50 sombras de Grey” tan novedoso? ¿Es la primera vez que una mujer puede encontrar algo así en la literatura y disfrutar con la lectura? ¿¿Es, siquiera, literatura erótica??
Si quiero poder responder a todas estas preguntas tendré que leer, indudablemente, el libro.
Habría que preguntarse, realmente, qué es la literatura erótica.

Para Sarane Alexandrian, “La pornografía es la descripción pura y simple de los placeres carnales; el erotismo es la misma descripción revalorizada, en función de una idea del amor o de la vida social. Todo aquello que es erótico es necesariamente pornográfico, por añadidura. Es mucho más importante distinguir entre lo erótico y lo obsceno. En este caso se considera que erotismo es todo aquello que vuelve la carne deseable, la muestra en su esplendor o florecimiento, inspira una impresión de salud, de belleza, de juego placentero; mientras que la obscenidad devalúa la carne, que así se asocia con la suciedad, las imperfecciones, los chistes escatológicos, las palabras sucias.
Es una opinión que diría comparto al cien por cien.

Así, a la hora de escoger una lectura, siempre recomendaría “Historia de O”. Su autora, Dominique Aury, se mantuvo décadas en el anonimato. Sus escritos escandalizaron en la época en la que la novela salió a la luz (corría el año 1954) pero no dudo de que su lectura era absolutamente deseada, aunque sus lectores escondiesen probablemente el libro más de lo que se esconde burdamente “50 sombras de Grey” en el metro con papel de periódico.
Como comentan en Latabernadellibrofrito, “A pesar de que la temática es dura, esclavitud, sadomasoquismo y violaciones, no escandaliza ni resulta soez. Está escrita con una prosa elegante y sutil, sin recrearse en las escenas de sexo.” Hablamos de sadomasoquismo, no de BDSM, hablamos de Literatura en mayúsculas y hablamos también de que lo que se pensaba sólo podía haber escrito un hombre lo había escrito una mujer.
Es una historia con la que disfrutar y muchas otras se esconden sin necesidad de tamaña publicidad y exageración.


Así que pocas ganas me quedan de leer “50 sombras de Grey”…

* “Si quiero comprarte un puto coche te compro un puto coche”. Qué frase tan viril.
* Le ve el pene y, como viene siendo tradición, dice: “UAU”
* Por fin hemos pasado el ecuador del libro. Llevan 4 polvos, lo cual sale a polvo cada 13% de libro. Un timo.
* Anastasia le cuenta a su madre que se ha enamorado de un capullo y ella dice “AY, POR FIN”.
* “Me envuelve como el patriota victorioso lo hace en su bandera”. El ministro Wert nos comenta que esta frase saldrá en la selectividad del año que viene.
* A Anastasia le cuesta más creerse que Grey haya pasado la noche con ella que lo de los azotes. Es idiota.

¿Cuándo parar?

Aparte de la polémica de si esto es literatura erótica, de si es literatura de calidad, de si es siquiera literatura, está el tema de la forma negativa en que se entiende la sexualidad y la dependencia del amado. De cómo una persona se somete a otra por amor, por ceguera, sin importarle si las cosas que hace las quiere hacer realmente. Es cierto que hay numerosos libros cuyo contenido puede escandalizar a muchos y que han puesto en algún aprieto a sus autores (véase mi adorada novela “Lolita”), aunque eso no signifique que el escribir dichos relatos implique la aprobación del autor de las ideas expuestas. Por ello, creo que debemos atender al criterio del lector a la hora de entender el modelo de relación Christian – Anastasia como un modelo de relación rechazable y no un modelo a imitar. Porque no es esta una relación de igualdad o una relación de mutuo acuerdo. O, al menos, eso parece en las críticas.

Ahí lanzo esta otra pregunta:
"¿Es algo romántico cuando alguien te intercepta el teléfono, sabe dónde vives antes de que se lo digas, vende tu único medio de transporte o compra la compañía en la que trabajas?"
Y este mensaje se lanza a través de la gran pantalla con un "para todos los públicos".

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