martes, 7 de mayo de 2013

Una familia tragicómica

Es ésta una novela gráfica interesante en muchos sentidos. Pero, ¡atención!, no se puede hablar de uno de dichos puntos de interés sin anticipar parte primordial de la trama…

Por un lado, es interesante porque es una autobiografía tratada con humor e ironía. La autora no tiene miedo de hablar de la homosexualidad de su padre ni de la suya propia. Ni del matrimonio de sus padres, ni de la relación de ella misma con sus progenitores (“Mi padre trataba a sus muebles como hijos y a sus hijos como muebles”). Supongo que cualquiera que sepa algo de Alison Bechdel sabe de sobra que es homosexual y que, precisamente, habla de su intimidad y de la homosexualidad en general en sus historietas. Para mí, que no tenía ni idea, fue un golpe de efecto en “Una familia tragicómica” (en el original, “Fun home”). Nos encontramos aquí con un asunto muy interesante desde el punto de vista argumental y también como reflexión, ya que se trata el tema según lo viven diferentes generaciones y también según los diferentes roles dentro de una misma familia.

Pero lo que, una vez superado el asombro inicial, me interesó enormemente de esta novela gráfica (y me reitero en lo de novela, porque me temo se llama “novela gráfica” a muchos comics pero éste realmente lo es) fue el nivel intelectual de su contenido. Creo que ya me he leído “Una familia tragicómica” tres veces, y esto no me había pasado nunca antes con un comic. En la primera lectura, como decía, me deleité en el argumento. En la segunda, en el estilo y en el contenido mitológico de la novela. Vi entonces que se hablaba mucho también de literatura y decidí hacer una tercera relectura, esta vez para anotar todas las novelas de las que se habla en la obra para después poder yo misma leerlas.

Respecto a los mitos, que tanto me apasionan, compara a su padre, por ejemplo, con Ícaro y Dédalo (el que construye y el que cae): “alquimista de la apariencia”, “el coste humano de sus proyectos le resultaba indiferente”. Lo compara también con el minotauro por su ira. O dice, en otra ocasión: “a veces parecía el perfecto héroe abrumado, como un Sísifo que cargara la piedra con alegre indiferencia”. Hasta hay una imagen que nos recuerda la Pasión de Cristo.
Como se ve, el lenguaje de esta obra no es el lenguaje ligero y rápido de un comic. Se trata de algo mucho más profundo aunque las frases vayan impresas sobre imágenes. “Mi padre está muerto. Se arrojó delante de un camión”. “Yo relataba la historia en un tono plano, prosaico, deseando detectar en mi interlocutor un estremecimiento de dolor que yo estaba eludiendo”.

Respecto a las novelas de las que se habla en “Una familia tragicómica”, no se trata ya del interés que despertaban en mí al relacionarse casi siempre el contenido de las mismas con determinados pasajes o viñetas de la obra, sino de que en muchos casos se me estaba brindando la oportunidad de hacerme con una bibliografía de literatura anglosajona muy interesante (y más que anglosajona, lo que ocurre que es ésta una buena motivación para leer un inglés de calidad).
Y he aquí, a grandes rasgos, dicha bibliografía:

La muerte feliz”, Albert Camus
En busca del tiempo perdido”, Marcel Proust
El mito de Sísifo”, Albert Camus
El Gran Gatsby”, F. Scott Fitzgerald
A este lado del paraíso”, F. Scott Fitzgerald
Washington Square”, Henry James
El pozo de la soledad”, Radclyffe Hall
“Zelda”, Nancy Milford
El tambor de hojalata”, Günter Grass
La fierecilla domada”, William Shakespeare
Retrato de una dama”, Henry James
“La serpiente Uróboros”, Eric Rücker Eddison
“El sueño americano”, Edward Albee
El alba a las siete”, Paul Osborne
La trompeta del cisne” (“El cisne mudito”), E. B. White
Un marido ideal”, Oscar Wilde
El retrato de Dorian Gray”, Oscar Wilde
Mujercitas”, Louisa May Alcott
La comunidad del anillo”, J. R. R. Tolkien
El guardián entre el centeno”, J. D. Salinger
Mientras agonizo”, William Faulkner
Fiesta”, Ernest Hemingway
Ulises”, James Joyce
Retrato del artista adolescente”, James Joyce
Dublineses”, James Joyce
Los muertos”, James Joyce
La odisea”, Homero
“Cartas a mujeres”, Virginia Woolf
“Volando”, Kate Millet
Ana Karenina”, Lev Tolstoi
El desnudo”, Kenneth Clark
“Las piedras de Venecia”, John Ruskin

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