domingo, 31 de enero de 2010

Historia de dos casadas

Cada día me gusta más, casi diría que me apasiona, leer a
Benito Pérez Galdós.
Ya de pequeña leí la versión mini de “Marianela”, si es que dicha versión se llama así, pero formaba parte de una mini-compilación de novelas tamaño Nancy. Curiosamente, recuerdo aún la imagen de la portada y el vestido que llevaba en ella Marianela.

Por eso, cuando en tercero de BUP tuvimos como lectura obligatoria “Misericordia”, enseguida encontré tema para el trabajo libre que teníamos que hacer durante el curso: “Marianela”.
Me comentó mi profesor que, si las dos novelas que hasta ese momento había leído me habían gustado, “Fortunata y Jacinta” me iba a fascinar.
Y así ha sido.

Entre medias leí “La de Bringas” (también este verano), porque la segunda parte de “Fortunata y Jacinta” no estaba disponible cuando yo pasaba por la biblioteca. Como bien imaginé, no habría aguantado leyendo una parte y esperando a que quisieran devolver la otra, así que esperé.

Tras leer “La de Bringas” lo que sí me quedó claro es que tenía que leer “Tormento”.
Y, por qué no, también “Doña Perfecta” y “El abuelo”.
Pero paso a paso, que no me quiero encasillar.

Leer “Fortunata y Jacinta” fue para mí una grata experiencia.
Un melodrama, asomarse a las diferencias entre los burgueses y el pueblo llano, visitar el Madrid de hace más de un siglo... Todo esto es lo que significa esta novela.
En este caso, aparte del dominio sobre la lengua, el magistral uso de las técnicas literarias y el disfrute que en general me ha aportado esta “historia de dos casadas”, puedo resaltar varios momentos/personajes (porque Galdós se vale siempre de los personajes, no tanto de las circunstancias, para construir sus historias), pero ahora no es el momento.
Cuando terminé la novela, me quedé con ganas de más, como cuando has visto cuatro temporadas de tu serie favorita y te dicen que ya no va a haber más.
Por suerte para mí, pude volver a disfrutar de la novela, pero esta vez en televisión.

A finales de los 70, Televisión Española empezó el proyecto de “
Fortunata y Jacinta”, una superproducción televisiva que consta de diez capítulos que se estrenaría en 1980.
La verdad es que, en un primer momento, me costó acostumbrarme a la serie, sobre todo por el sonido. Pero todo lo demás es magnífico: los decorados, el reparto y la adaptación en general. Los diálogos son diálogos sacados directamente de la novela (de ahí también la teatralidad de la obra, que alterna largas descripciones con expresivos diálogos).

Pero lo que realmente me fascinó es el acierto del reparto. En especial, con algunos personajes; en mi caso, Fortunata (
Ana Belén), Maximiliano Rubín (Mario Pardo), Doña Lupe (Mª Luisa Ponte), Don Plácido Estupiñá (Manuel Alexandre) y Mauricia (Charo López).

Es cierto que otros actores bordaron también el papel (como Paco Rabal interpretando a José Izquierdo o Fernando Fernán Gómez como Evaristo Feijoo), pero por el cariño que yo les tenía ya a los personajes o por el valor que añaden a éstos los actores (como es el caso de Ana Belén), son otros mis favoritos.
En primer lugar, recuerdo, del primer capítulo, la imagen de Don Plácido recorriendo el mercado buscando la comida que le ha encargado Doña Barbarita. Cierto que no se aprecia tanto en la televisión como en la novela el carácter hablador y entrometido de este personaje, pero me resultó mucho más cercano en televisión. Digamos, digno de cariño (lo que al mismo tiempo favorece que se le tenga menos aprecio a Doña Barbarita).
También es soberbia la interpretación de Charo López como Mauricia la Dura, a quien yo me imaginaba realmente tal como la vi en TVE. Quizá con el pelo más claro, pero eso es todo. El perfil, su nariz, son idénticos a los descritos por Galdós. Y el episodio de la pelea con las monjas a ladrillazos o el de su agonía en la cama, son también calcados.
Me sorprendió mucho la interpretación de Ana Belén, ya que hasta el momento no conocía su faceta de actriz más que de oídas. Ya no sólo porque es una interpretación fantástica, sino porque descubrí el personaje más a fondo de lo que lo había hecho en la novela. En la novela vi a la mujer fuerte, decidida, despechada e incluso rabiosa, a la mujer que lucha con unas y dientes. Pero en televisión, además, de a esa mujer, conocí a la mujer frustrada, engañada e ingenua. Ana Belén le da al personaje una profundidad digna de elogio (y es que, desde el principio, eso de “Fortunata y Jacinta” sonaba más a Fortunata que a Jacinta...).
¿Qué decir de Doña Lupe? Empezando por que es un personaje que me encantó en la novela (su relación con Fortunata, su relación con Papitos... su relación con el dinero...) y terminando con que Mª Luisa Ponte era una actriz impresionante, poco más puedo decir.

Como se puede ver, me quedo con Maxi, Mario Pardo, para el final.
Para mí, Maximiliano Rubín fue el gran protagonista de la obra literaria (no tanto de la televisiva, aunque creo que sólo porque los guionistas o directores no lo quisieron así). Como decía la misma
Emilia Pardo Bazán (amante y confidente literaria de Galdós), se puede hablar de esta novela como “la admirable epopeya de Maxi Rubín”.
Ingenuo y bondadoso pero al mismo tiempo perspicaz y vengativo: casi como un dios. Él mismo habla de una nueva religión de la que él sólo es el profeta, pues “el mesías” está por venir. Y, con unas frases lapidarias, siembra en el corazón de Fortunata el dolor que a él tantas veces le ha sido infligido, pero sin necesidad de usar la violencia ni el insulto: tan sólo la inteligencia y la palabra le bastan.
¿Pues qué querías tú...? (con sonrisa glacial). Hija, es preciso estar a las agrias y a las maduras. ¿Qué querías? ¿Herir y que no te hirieran? ¿Matar y que no te mataran? El mundo es así. Hoy tiras tú la estocada, y mañana eres tú quien la recibe... ¿Dudas todavía?.
Aquí.
Joven pero al mismo tiempo achacoso, estudiante ensimismado; Galdós describe desde sus pómulos salientes hasta su pelo ralo y sus piernas débiles. Esperaba con la máxima expectación la aparición de este personaje en la serie, pues nunca creí que se pudiese hacer una búsqueda tan perfecta del actor ideal.



Hay mucho que leer aparte de la misma novela (de la que la serie no deja de ser un adelanto, muy leal, eso sí, pero un adelanto), y aquí dejo varios enlaces:
Fortunata y Jacinta, cien años de vida”, un programa dedicado a la novela con motivo del centenario de su publicación en 1987. Interesante repaso a los escenarios actuales de Madrid que se muestran en la novela.
Títulos digitalizados de Galdós en la Biblioteca Cervantes.
Galdós y el melodrama”, por Isaac Rubio.
Galdós y Flaubert”, por Alan E. Smith.

1 comentario:

M. Imbelecio Delatorre dijo...

Qué bonita esta entrada. He llegado a ella al buscar "Maximiliano Rubín", que es uno de mis personajes suyos favoritos. qué bien que te guste tanto Galdós siendo tan joven. ¡¡Enhorabuena!!.

un saludo desde Asturias