viernes, 2 de enero de 2009

Lo que de verdad importa (trivialidades)


Hoy pensaba hacer una entrada sobre la manicura francesa visto que no pasa de moda, que se considera elegante, que va con casi cualquier prenda que te pongas (no recomendable con el chándal) y que a los chicos les gusta.
Sin embargo, me ha puesto de mala leche leer en Internet que para hacer la manicura francesa hay que limarse bien las uñas y “remover las cutículas” primero. ¿Qué es eso de “remover” las cutículas? Imagino que lo dicen por “remove”, que quiere decir “quitar”. Me tocan bastante las narices los anglicismos gratuitos, pero más aún si hacen que se confunda con una palabra que existe en castellano. ¿Cómo se remueven las cutículas? Si ya puede ser doloroso quitarlas porque una se va más allá del límite y acaba doliendo el tema más que un demonio, ¿qué ocurrirá al removerlas? Cuando pienso en el verbo remover e intento hacer una frase con él, siempre me sale algo así como “antes de aplicar la pintura, remuévala hasta que el tinte quede totalmente disuelto”. Y me imagino un palo para remover la pintura dentro del bote... Y me imagino el palito de naranjo para empujar la cutícula haciendo círculos sobre la misma...
Bueno, quizá podríamos empezar a decir “remover” en lugar de “quitar” si convertimos “salir” en “quitar” (de “quit”). Ahora, ¿cómo diríamos remover la pintura?

Ante semejante digresión, pasemos a lo interesante.
Hace ya un tiempo que a mí y a unas cuantas más nos etiquetaron como “las friquis”. ¿Qué decir a esto? Pues, como siempre, decir que no lo soy.
Según algunas teorías psicológicas, la negación es la primera fase antes de aceptar una nueva realidad. Entonces, ¿soy una friqui? ¿Antes era otra cosa? Y, ¿qué era?
Si he de aceptar que lo soy, pues entonces le diré a la etiquetadora, la Srta. Lane, que ella también lo es. Si no, ¿por qué lleva en su vientre un fisioboy?
Si no lo acepto, pues me seguirán llamando “narnia” en casa, por aquello de que soy “una friqui dentro del armario”.

Cuando me llegan los e-mails, siempre aparecemos como Fulanita Friqui, Menganita Friqui, Perenganita Friqui. ¡Es divertido!

Si ser friqui es raro, ¿quién no es raro? Porque todos somos distintos y todos tenemos peculiaridades que nos hacen únicos.
Si friqui es ser fan, ¿quién no es fan de algo? ¿Quién no tiene aficiones o cosas que le gustan?
- A mí me gusta el jamón serrano.
- Pues a mí me va más el
ibérico.
- ¿El ibérico? Eres una friqui.

Vaya, así que gustarle a una el jamón ibérico va a ser una friquez...
He de reconocer, de todos modos, que los friquis ya no son sólo los de las convenciones de Star Wars, los del cos-play o los informáticos sabiondos. ¡Ya nadie está a salvo!
¿No es friqui Manolo el del bombo? (idea y contexto original
aquí).
¿No es friqui el que se pone la camiseta de su equipo para ver el partido? (idea original de mi niño, sin blog ni web por el momento).

Pero tampoco quería discutir este tema. De verdad, ahora llega lo interesante.
Relacionado con “Troya y el cine para mujeres”, diré que a todas, igual que disfrutamos del culete de Brad Pitt en su día, nos gustaría haber disfrutado del culete de Hugh Jackman en “
X-MEN 3”.

Alguna vez he visto a algún amigo rebobinar varias veces un VHS y reproducirlo en aquel modo del video en que podías ver a los actores andando como a saltitos. El motivo no era ningún misterio: se trataba de encontrar el punto exacto en el que se vislumbra alguna teta o algún culo para enseñárselo a otro amigo.

La verdad es que siempre me ha parecido una tontería, más cuando hay miles de películas en las que sale algún pecho para subir, no sé, ¿la calidad? (ja y ja) de la película. Si fuese porque el pecho de fulanita es especial y nunca ha salido en la tele, aún, pero hoy en día:
1) Si las tetas son operadas, habrá cuatro modelos de tetas distintos (igual que cuando la gente pide cambiar de nariz lo hace siempre con un referente del que el cirujano tiene que copiar). Es decir, si A no quiere enseñar el pecho, habrás visto el de M y Q, que eligieron el mismo.
2) Sean operadas o no, en muchos de los casos es una doble la que sale luciendo palmito. Nadie conocerá nunca su cara y la actriz protagonista puede decir que no es su cuerpo y que no se le ha visto el pompis. Para ser más específica, en este caso hablo de Angelina Jolie en “Wanted”. No he visto la película ni la voy a ver, pero en muchísimos blogs y foros se habla de su doble de cuerpo para la peli. Al parecer, la muchacha no tiene suficientes curvas (aparte de las dos que tiene sobre las costillas) ni carnes en general para según qué escenas. Bueno, ¿pues para qué la contratan? ¡Que salga una buenorra de verdad!

Me da igual si sale o no Angelina Jolie o si la doblan o no. Pero nunca entenderé los castings del cine de Hollywood. Algunas actrices quedan muy bien en el cartel (aunque con “Wanted” se lucieron, pobres...), suben caché, son populares... O dan morbillo y se aseguran un buen porcentaje de machos en el cine.
¿Qué buscan? ¿La buenorra? ¿La famosa? ¿La buenorra de palo? ¿Por qué no buscan simplemente “la actriz”?

Y, mientras tanto, ¿quién se preocupa de nosotras? A veces también queremos chicha...
Hay mucha preocupación por las chicas que salen en pantalla, pero ninguna por las que se sientan en la butaca.




Por eso será que agradezco ver a tantos chicos majetes en X-MEN con sus trajes de cuero ceñidos.

Y en la escena final de X-MEN 3 (esto no es destripar la película, porque no voy a hablar del argumento), muchas de las chicas de la butaca nos retorcimos ante la frustración de la regeneración.
Todos queremos regeneración: que cuando te quemas en verano la piel se regenere espontáneamente, que cuando en un bar alguien te quema el abrigo se regenere espontáneamente la tela para no tener que tirarlo o, cuando a un friqui el sol le ha comido el color de sus comics, que se le regenere espontáneamente (guiño).
Pero NO en X-MEN 3. Fue maravilloso ver a
Hugh Jackman con sus pantalones de cuero hechos jirones, a punto de deshacerse del todo, pero qué dolor de muelas cuando, después de enfocar, qué sé yo, a Magneto o la ciudad (¡qué nos importa!), vuelven a enfocarle y los pantalones, a punto de llegar al culete, se han regenerado casi por completo.

No importa, a nosotras nos vale deleitarnos con la inteligencia del guión y el argumento de una película de acción. ¿?
A ellos, dadles bien de Rebecca Romijn, desnudita y desvalida.

Si lo importante estriba en los pantalones de Lobezno, ¿quién no es friqui?
Qué bueno es despejarse la mente hablando de tonterías...

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