martes, 15 de enero de 2008

Los mitos de Izanami y Perséfone y otras figuras míticas

Este es uno de los trabajos que realicé para la asignatura “Los clásicos de la literatura japonesa” durante la carrera.
Como último año de estudios en la universidad (espero que último hasta ahora), me había dado el premio de estudiar al fin una asignatura de Mitología. Un compañero me recomendó la asignatura de “Transmisión mítica dentro de la literatura occidental”, que me sería especialmente útil para realizar el trabajo de literatura japonesa. No hace falta decir lo mucho que aprendí en aquella clase, lo que disfruté con la profesora y con la lectura de clásicos más cercanos que los griegos que aún no había leído. Descubrir al minotauro o a Prometeo dentro de la literatura moderna me sorprendió muchísimo. Y más me sorprendió leer el Kojiki y encontrar tantas similitudes con lo que ya tantas veces había leído y releído.
Quizá fue mi capricho de libre configuración el que me sirvió de escape a una asignatura de literatura que no sabía muy bien cómo exprimir. Fue mi salvación y al mismo tiempo un disfrute de horas y horas en la biblioteca de la facultad.

Desde niña me ha fascinado la mitología griega. Cuentos sobre personas valientes, sobre personas prudentes, sobre personas honorables.
Después aprendería el lugar que tiene la mitología dentro de la cultura y de la sociedad de un pueblo. Aprendería la importancia de la mitología, que explica a un pueblo lo que es el mundo, su estructura y el papel que el hombre tiene en él.

En el caso concreto de Japón, en Kojiki (de 712) se encuentra la primera historiografía que hoy se conserva (las anteriores del clan Soga fueron destruidas). Y tiene gran valor por cómo se introdujo en ella la mitología, que no dejó de escribirse como historia verdadera de Japón y de los japoneses.
El emperador Tenmu se vio en la tesitura de encontrar el modo de asegurar su lugar y el de sus descendientes como emperadores. Para ello, Hieda no Are memorizaría la historia imperial. Tras la muerte de Tenmu, Ôno no Yasumaro quedaría encargado de compilar esa historia memorizada previamente.
Cuando se escribe, hay una intención clara: la historia ha de remontarse hasta los tiempos desconocidos (ahí es donde se encuentra la mitología) y ha de justificar la situación histórica conocida, con una persona determinada como emperador y con ciertas familias como nobles.

Con Nihonshôki (de 720) ocurriría lo mismo, pero se habría perdido aún más el significado religioso de los mitos, que podían venir de siglos atrás. Por otro lado, esta historiografía se escribió para presentarla de cara al exterior, de modo que se puede pensar que Kojiki pudo estar más comprometido con las creencias japonesas del momento, sin olvidar por supuesto las circunstancias políticas que envolvieron su compilación.

En cuanto a introducir en este contexto la mitología griega (y después la romana), he de decir que, por un lado, me parece interesante investigar un poco más en la concepción del más allá japonés y griego, ya que tienen más parecido entre sí del que pueda tener el Hades griego con el Infierno cristiano. Por otro lado, merecería la pena poder llevar a cabo una investigación profunda acerca de si estas coincidencias en la presentación de los mitos son coincidencias o no.
En caso de ser sólo casualidades, no deja de ser un buen campo para la investigación, como modos similares de explicar una misma realidad a través del mito.

En cuanto a las obras utilizadas, ha sido necesario reducir bastante el campo de estudio para poder hacer un trabajo concentrado y profundo. Parto del mito de la visita de Izanagi a Yomikuni por sus claras conexiones con los mitos griegos. En este caso, el del rapto de Perséfone y el de la visita de Orfeo al Hades, aunque este último muy someramente.

He intentado buscar las fuentes más antiguas de dichos mitos. Por ello y por la limitación del trabajo, me centraré en la versión del mito japonés de Kojiki y no haré apenas mención a su aparición en Nihonshôki (aunque también se recoge). En cuanto a los mitos griegos, para el mito de Perséfone utilizaré los “Himnos Homéricos”, versión más antigua del mito que se conserva. Lástima que el alejandrino Claudiano Claudio no terminase su poema sobre el rapto, que sería el más largo y detallado que se conservase en la actualidad. Para el mito de Orfeo utilizaré las versiones de Ovidio y Virgilio, ya que se trata de un mito griego cuyas fuentes griegas no se conservan. Y estos dos autores, sobre todo Ovidio (que también escribiría sobre el rapto de Perséfone), son los que mayor fama han dado al episodio de Orfeo en el Hades.

Las semejanzas entre el mito japonés y el griego

En primer lugar, he de decir que hablaré de Yomikuni y Hades en cuanto al “más allá” de Japón y de la Grecia antigua, ya que las concepciones de “infierno”, “mundo de los muertos” o “mundo subterráneo” pueden ser confusas.
Tanto en Japón como en Grecia, se entiende ese mundo como un “más allá”, en cuanto a que está más allá de la vida pero también más allá del territorio. Aunque a menudo se hace alusión a un mundo subterráneo o de los muertos, ni está bajo tierra ni están siempre muertos los que lo habitan.
Aunque hay una concepción de tres mundos y una jerarquía entre ellos, lo cierto es que no hay una asociación al mal o al bien ni se habla de un lugar destinado al tormento (salvo en escritos posteriores por influencia del cristianismo y del budismo). Además, el Takamagahara / Olimpo es realmente un lugar superior, pero no acceden a él los virtuosos; y Yomikuni / Hades es un reino gobernado por vivos (Izanami no está muerta en Yomikuni en un principio, y Hades y Perséfone están sin lugar a dudas vivos) y se sitúa más allá del territorio conocido (ya sea en el lejano mar occidental en el caso de Hades o en el más allá del mar visible desde el archipiélago japonés – Tokoyo).
La visita al más allá es siempre una visita peligrosa, y pocos son los que pueden regresar. En el mito japonés, es imposible regresar de Yomikuni. En el mito griego, sólo algunos (y por ser dioses o por sus maravillosas habilidades) han podido regresar.
En cuanto al contenido de estos mitos y de los de otras culturas antiguas, es común la historia de la desaparición de un dios que supone una desgracia, personal o para la humanidad. Se realiza una búsqueda del dios y, tras ello, la situación vuelve a la normalidad1.
Cuando Izanami muere a causa de dar a luz al dios del fuego, la situación resultante es una tragedia para Izanagi: “¡Oh! ¡Mi joven y encantadora hermana! ¡Oh! ¡Te he cambiado por este único niño!2” El texto es especialmente descriptivo en cuanto a cómo se arrastra junto a su cuerpo y cómo la llora. Además, es una tragedia generalizada porque Izanagi ha visto inacabada la tarea de la creación, pues ha muerto la madre creadora.
* Cuando Perséfone es raptada por Hades, Deméter queda desolada. Antes de ir en su búsqueda, se queda durante un tiempo (que difiere según la obra) lamentándose de su pérdida, sin querer probar bocado.
Después de llorar a su amada, se desata la ira de Izanami, que “mata” al dios del fuego (realmente, lo parte con su espada y de él surgen nuevas divinidades; es decir, se trata de una metamorfosis).
* La ira de Deméter se despliega haciendo que la tierra deje de producir, de modo que el hambre y la muerte amenazan a la humanidad.
Tras su búsqueda, Izanagi se reúne con Izanami, que sale del palacio de Yomikuni a su encuentro. Están llenas de significado las palabras de Izanami: “¡Lamentable es el hecho de que no vinieras más pronto! Ya he comido de las cocinas de este mundo. Sin embargo, como reverencia a que has venido hasta aquí, mi mayor y encantador hermano, deseo volver. Pero discutiré ahí dentro con las deidades de este mundo. ¡No me mires!3
* Deméter se reúne con su hija (según los “Himnos Homéricos”, los caballos de Hades la conducen al exterior) que, tras sus preguntas, responde: “En fin, madre, yo te lo diré todo sin error. (…) él [Hades], a hurtadillas, me hizo comer un grano de granada, sabrosísimo manjar (…)4”. La condición de Zeus para que Perséfone regresase era que no hubiese comido en el Hades.
* En este punto, el mito tiene una clara conexión también con el de Orfeo y Eurídice: tanto Ovidio como Virgilio hacen alusión a esta condición de “no mirar”, aunque en el caso de Izanami no es una condición para que vuelva, pues ni siquiera sabe si podrá regresar: es una orden.
Izanagi no puede resistirse y, tras encender una luz con su peine, mira a Izanami. Ésta es ya un cadáver en estado de descomposición. Al darse cuenta de lo ocurrido, Izanami increpa a su esposo: la ha cubierto de vergüenza. Por ello, Izanami busca venganza y lanza contra Izanagi a los Truenos, guerreros y Brujas de Yomikuni. Valerosamente y gracias a que puede metamorfosear sus peines en uvas y brotes de bambú y a que después encuentra unos melocotones, Izanagi vence a estos monstruos devoradores.
* Orfeo tampoco pudo resistirse y miró a su esposa. Pero ella no le pudo guardar resentimiento. Es más, ella se mostró comprensiva, pues Orfeo, como enamorado que era, no podía hacer otra cosa sino querer mirarla.
Izanagi colocó una piedra separando Nakatsukuni de Yomikuni. A cada lado, los esposos discutieron y se divorciaron. Ella le amenazó con que mataría a mil humanos cada día, pero él le aseguró que abriría mil quinientas casas de parto para que mil quinientos humanos naciesen cada día. A partir de entonces, Izanami pasó a ser la Gran Diosa de los Infiernos.
* El acuerdo al que llegan los dioses es que Perséfone pasará un tercio del año en el Hades y el resto del año en el Olimpo (según Ovidio, la mitad del año en cada lugar). Así, Deméter vuelve a hacer la tierra productiva. Por razón de su matrimonio, Perséfone pasa a ser la Diosa de los Infiernos.



Interpretación de los mitos y sus semejanzas

Son varios los puntos en común, como se ha visto.
De ellos, hay varias cosas que merecen atención desde el punto de vista del significado:

* Relaciones de amor y odio:
Aunque el estilo de Kojiki pueda ser mucho más prosaico que el de, por ejemplo, Claudiano, está claro que son sentimientos humanos, llevados hasta su máxima expresión (pues son dioses los que sienten), los que aparecen reflejados en los mitos.
El amor es el que impulsa a Izanagi a buscar a su esposa, igual que a Deméter, que busca a su hija. El amor es tal que se entra hasta en el mundo de los muertos, aunque se corra peligro. Sin embargo, no es tan peligroso el caso de Deméter, que no en todas las versiones entra en el Hades. Sin embargo, Orfeo sí lo hace, desafiando a Caronte, Cerbero y los Tres Jueces de los Muertos.
La ira se expresa mediante la acción de venganza de Izanagi hacia el dios del fuego y de Izanami hacia su esposo cuando la mira. Igualmente, Deméter hace la tierra improductiva (en los “Himnos Homéricos”) y amenaza a Zeus con hacerlo (en Ovidio5).

* El más allá:
Se caracteriza por la oscuridad. En Kojiki, se ve cómo el mundo oscuro y que así debe ser ha sido iluminado por la luz encendida por Izanagi, lo que rompe un tabú6. A esto, yo añadiría el hecho de que la oscuridad puede ser interpretada como lo germinal, lo materno, como se verá en el punto “el nacimiento de vida”.
En cuanto al hecho de comer en el más allá, tiene un significado bastante profundo. Aparte de que comer en una comunidad implique la pertenencia a ella, hay que mencionar otro acercamiento de las mitologías “occidentales” y “orientales” (si es que pueden denominarse así, genéricamente), fuera ya de Grecia y Japón. En Egipto también existían mitos que explicaban cómo comer en el inframundo suponía no poder regresar a la vida. Pero, curiosamente, dichos mitos existen también en Papúa Nueva Guinea, Nueva Zelanda, etc.
Sobre la prohibición de mirar a la amada, tanto en el caso de Izanami como en el de Eurídice, se puede decir que la mirada es una barrera entre el individuo y su entorno. Al mirar lo prohibido, se atenta con un individuo en concreto (por eso Izanami se ve cubierta de vergüenza), pero también se rompe una barrera que nunca se hubo de romper (por ello, Orfeo pierde a Eurídice, a quien le iban a entregar).

* Consecuencias:
Por diferentes causas (muerte o matrimonio), ambas diosas, Izanami y Perséfone, acaban convertidas en diosas de los infiernos.
Se vuelve a la normalidad tras haberse realizado con éxito la búsqueda. Aunque no se pueda hacer regresar a la persona amada, se ha conseguido encontrarla. En el caso japonés, se vuelve a la normalidad porque ahora Izanagi retoma sus actividades como creador (crea varios dioses más, entre ellos Amaterasu, Tsukuyomi y Susanô, los tres dioses principales), que habían quedado interrumpidas cuando murió Izanami. En el caso griego, se vuelve a la normalidad cuando la diosa Rea convence a Deméter de que haga de nuevo productiva la tierra.

* El nacimiento de vida:
Debido a la desaparición de un dios, el mundo ha quedado en un estado anormal. Tanto la desaparición de Izanami como la de Perséfone son verdaderas tragedias, al llegar a tocar el desorden la tarea de la creación y la productividad de la tierra, origen de vida.
Sin lugar a dudas, el mito del rapto de Perséfone se ha identificado con la creación de las estaciones y con la forma en que renace la vida. Al volver la situación a la normalidad, la tierra vuelve a dar sus frutos. Pero, es más: Perséfone ha permanecido un tiempo escondida bajo tierra y, llegado el momento, se reúne con su madre y brota la vegetación. Anualmente se vuelve a producir este hecho. No es sólo Perséfone una especie de personificación de la semilla, sino también la diosa del infierno, asociada con la muerte pero a la vez con la vida, porque son conceptos que no se pueden disociar. En este sentido, es fácil asumir que oscuridad también tiene que ver con ese estado germinal bajo tierra que antes mencionaba.
Izanami pasa de ser la madre creadora a la diosa del infierno, y su ansia se convierte en devorar y destruir aquello que tiene ante sus ojos: primero Izanagi, contra quien envía todo tipo de monstruos, y después los humanos, a quienes matará diariamente de mil en mil. Izanagi le replica que posibilitará que nazcan mil quinientos humanos al día: de nuevo, la vida va unida a la muerte y viceversa. El estado germinal de la oscuridad se puede asociar a conceptos orientales como el caos primigenio, la vuelta a la madre (en este caso, Izanami).
Ambos mitos explican una verdad existencial: la relación entre la vida y la muerte, en el caso japonés, y el ritmo de las estaciones, en el griego. En última instancia, con el nacimiento y la fertilidad.
Apoyando estas ideas sobre la fertilidad estaría el simbolismo de las frutas, pues las frutas suelen simbolizar la fertilidad.
En el caso de la granada, que es el fruto que come Perséfone en el Hades, es del color de la sangre, de la vida, y tiene múltiples frutos en su interior (multiplicación, productividad). Precisamente lo que la ata al Hades es una fuente de vida: porque Perséfone es vida, quizá, la otra vida.
En el caso de Kojiki, aparecen los melocotones. Lo que es más importante, aparecen dentro de Yomikuni. Tanto los melocotones como las uvas fueron frutas introducidas de China. En China, los melocotones son símbolo de inmortalidad. En Kojiki, Izanagi habla de los melocotones como la que será fruta divina, pues salvará a los humanos en época de carestía. Así pues, Izanagi, tras volver de Yomikuni, se convierte en padre creador (él solo engendra a los tres dioses principales) y da una solución a la muerte para los humanos: los nuevos nacimientos, que podrían interpretarse como la inmortalidad del género humano.



Conclusión

El mito escrito en Kojiki en 712 está muy lejos de los mitos griegos estudiados, no sólo territorialmente. Los “Himnos Homéricos” son de la segunda mitad del siglo VII a.C., y el mito de Orfeo y Eurídice es de la segunda mitad del siglo I a.C. (Virgilio) y de principios del siglo I d.C. (Ovidio).
Hay pruebas de que la cultura griega llegó a Japón. El contacto más antiguo que pudo haber es el de las esculturas búdicas de estilo semi-griego que pasaron a China en el siglo IV a.C. Con la influencia china pudo introducirse, aunque muy tamizada, la griega.
Desde otro punto de vista, es cierto que las culturas de lo que conocemos como Oriente Próximo tenían mitos muy semejantes a los de Izanami / Perséfone y la experiencia de Izanagi / Deméter en el más allá. Ya los sumerios, en el milenio III a.C., hicieron visitar el averno a su diosa Inanna para explicar el ritmo de la vegetación. Igualmente, los babilonios, en el siglo VII a.C., introdujeron a la diosa de la fecundidad Ishtar en el averno para buscar a su amado, el dios de la vegetación. Si la religión babilónica influyó en el Mediterráneo y se extendió hacia oriente, ¿no pudo recogerse de algún modo la tradición de este mito? Sin duda, llegaría muy transformada a Japón, pero recogería coincidencias espectaculares tratándose de lugares tan lejanos.
Hasta el momento, no se puede probar que los puntos de conexión tan parecidos entre ambas mitologías, al menos en lo que a estos mitos tratados se refiere, se deban a una influencia real y no a una casualidad.
Sea como fuere, no se puede negar que el mito, escrito como histórico (en Japón) o reelaborado y válido en todas sus versiones (en Grecia), a veces resuelve un mismo problema con una explicación sorprendentemente parecida.






La foto del rapto de Perséfone la tomé yo misma en Florencia.



Notas

1 Mª Dolores Castro Jiménez, El mito de Prosérpina: fuentes grecolatinas y pervivencia en la literatura española”, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1993.
2 Traducción propia de Basil Hall Chamberlain, The Kojiki: Record of Ancient Matters, Singapur: Charles E. Tuttle Company (1981), pág.33.
3 Traducción propia de Basil Hall Chamberlain, The Kojiki: Record of Ancient Matters, Singapur: Charles E. Tuttle Company (1981), pág.39.
4 En José B. Torres (editor), Himnos Homéricos (Himno II: a Deméter), Madrid: Cátedra, 2005, pág. 105 - 106.
5 Realmente, en su obra son Ceres y Júpiter. Por no hacer la lectura del trabajo más complicada, he optado por utilizar también en los casos de escritores latinos los nombres griegos.
6 En Nelly Naumann, Antiguos mitos japoneses, Barcelona: Herder, 1999.

Bibliografía

Claudio Claudiano, Le rapt de Proserpine, Paris: Les Belles Lettres, 1991.
Elisabeth Frenzel, Diccionario de motivos de la literatura universal (visita al averno), Madrid: Gredos, 1980.
Françoise Létoublon (coordinadora), Le mythe d’Orphée dans les métamorphoses d’Ovide, Paris: Adapt Éditions, 2001.
Hans Biedermann, Diccionario de símbolos, Barcelona: Paidós, 1989.
Jinnichi Konishi, A History of the Japanese Literature, New Jersey: Princeton University Press, 1984.
José B. Torres (editor), Himnos Homéricos (Himno II: a Deméter), Madrid: Cátedra, 2005.
Juan Eduardo Cirlot, Diccionario de símbolos, Madrid: Siruela, 1997.
Mª Dolores Castro Jiménez, El mito de Prosérpina: fuentes grecolatinas y pervivencia en la literatura española, Madrid: Universidad Complutense de Madrid, 1993.
Nelly Naumann, Antiguos mitos japoneses, Barcelona: Herder, 1999.
Ovidio, Metamorfosis (Libro V: El rapto de Proserpina; Libro X: Orfeo y Eurídice), Madrid: Alianza Editorial, 2002.
Robert Graves, Mitos griegos (Los dioses del mundo subterráneo), Madrid: Alianza Editorial, 1985.
Timothy Gantz, Early Greek Myth: a guide to literary and artistic sources, U.S.A.: The John’s Hopkins University Press, 1993.
Virgilio, Geórgicas (Libro IV: el episodio de Aristeo), Madrid: Cátedra, 1994.
Basil Hall Chamberlain, The Kojiki: Record of Ancient Matters, Singapur: Charles E. Tuttle Company (1981)
Pilar González Serrano, “Catábasis y resurrección”, Espacio, Tiempo y Forma, Historia Antigua Serie II, Madrid (1999), pág. 129 - 179.

3 comentarios:

Akira dijo...

Un trabajo excelente, y una documentación muy currada. Muy buen post, me ha gustado mucho. ^_^

Me daré una vuelta para leerte algunas otras entradas...

Bye!

maria gabriela gonzalez dijo...

buenisimo.. estoy trabajando en un circulo de mujeres con este mito y tu vision me enriquecio y me resono. gracias, gabriela

Anónimo dijo...

Ver introducción Eleusis de Karl Kerenyi en la editorial Siruela y Hombre y Sentido del Círculo Eranos en Anthropos.