lunes, 7 de septiembre de 2009

Otra visita al Museo del Prado

Es tal la afluencia que ha habido en la exposición temporal de Sorolla todos estos meses, que el Museo del Prado ha decidido ampliar una semana más su duración. Así que esta semana que acaba de empezar es la última oportunidad para ver esta exposición. Sin embargo, en su web anuncia el museo que todas
las entradas están agotadas. No sé si habrá un modo de conseguir entradas (legalmente hablando) que no sean las taquillas, pero en la entrada de los Jerónimos se arremolina bastante gente buscando alguien a quien le sobren... Y eso que la entrada cuesta 10€ por persona...

Ayer tuve la suerte de ir de invitada al museo a ver la exposición. Una vez dentro, me di cuenta de que realmente sí que vale sus 10€ por la amplitud de la exposición y la variedad de los cuadros (retratos, marinas, paisajes...).
Existe la posibilidad de coger una audioguía por 3,50€ o, si se va en grupo, quizá interese un guía para que nos explique la visita. Como nosotras éramos varias, se nos ofreció una guía por un precio de 50€ una hora. Para grupos grandes creo que es una buena opción. Si no, será suficiente con la audioguía. Algunas de nosotras no cogimos ni audioguía y otras sí que la cogieron. Era bastante práctica porque no obligaba a seguir la ruta al ritmo de la explicación, sino que se podía activar al llegar a los cuadros. Así, si una explicación se hacía demasiado larga se podría acortar y seguir el camino. Por otro lado, si no se quiere ningún tipo de explicación extra, he de decir que en esta exposición los cuadros venían muy bien explicados. Normalmente, en los cartelitos que hay junto a los cuadros sólo aparece el título y el año o el título, el año y el tema. En cambio, en los de la exposición de Sorolla se añade una pequeña explicación sobre el tema (si es sobre un tema social, el interés que tenía el pintor en ese paisaje determinado, etc.) y sobre la técnica (la disposición de los personajes, el tratamiento de la luz, etc.).

Las obras están ordenadas cronológicamente.
La primera sala (la más abarrotada y la más difícil de ver durante nuestra visita), contiene la obra con la que Sorolla optó a la beca de estudios en Roma de la que disfrutó durante tres años (a pesar de que la primera obra que presentó para dicho concurso, una marina, no gustó por no ser apreciada en el momento y tuvo que volver a intentarlo). Después se expone una serie de pinturas que nos presentan la realidad de la época de Sorolla. Son realmente impactantes las de “Trata de blancas” y “¡¡Otra margarita!!”. Personalmente, esta última fue la que más me impactó: una madre que acaba de matar a su niño, fruto de una relación prohibida, es custodiada por dos guardias civiles; el uno mira hacia otro lado y el otro tiene tal expresión que parece que en cualquier momento vaya a echarse a llorar; mientras tanto, la mujer tiene la vista perdida, como ausente, no tanto arrepentida como enajenada.
Creo que casi todos estamos más familiarizados con las pinturas de velas blancas y playas de aguas refulgentes y límpidas, más que con este tipo de pintura. Será por eso que me sorprendieron tanto esas pinturas. La expresividad de los personajes, la sensación real de estar ante el vagón de un tren...
De camino a la siguiente sala, me encontré con otra pintura que me dejó anonadada: “Después del baño” (1892). Una mujer desnuda está sentada, con las piernas estiradas, en un suelo de mármol. La pared, también de mármol azul. En el suelo, un charco de agua de un realismo que da casi miedo. Una pintura preciosa, sencilla en su tema y muy conseguida (la piel, la piedra, el agua).

A partir de ahí, se pueden ver otras obras centradas más en el mar, el mundo de la pesca, los pescadores valencianos remendando redes, etc. Creo que no hay ni por qué explicar el valor de estas piezas, con la blancura tremenda de las telas y las tonalidades de las mismas, a veces transparentes por la fuerza del sol.
Y, entre ellas, de repente un retrato de Benito Pérez Galdós, que he visto ya en la contraportada de tantos libros... Más adelante vería otros retratos, como el de Echegaray o el de Ramón y Cajal.

De esta primera planta, dos cosas más me llamarían la atención.
Por un lado, la fascinación de Sorolla por su mujer, que aparece como modelo del pintor en muchísimas ocasiones. Ni siquiera sabía, antes de ir, que el famoso cuadro en el que dos damas con vestido blanco y pamela pasean por la playa es un retrato de su mujer y su hija mayor.
De todos ellos, el que más me interesó fue el del desnudo de Clotilde, que titula “Desnudo de mujer”. Tal como me había ocurrido con “Después del baño”, me llamó la atención el tratamiento de la piel: desde encarnados rosas hasta verdes y grises violáceos, todo para dar un realismo a la piel desnuda a veces mayor que el de la misma fotografía. Y también el tratamiento de la tela, que esta vez no es blanca sino rosa y además de raso, es perfecto.
En esta serie de retratos familiares, es especialmente tierno el de “Madre”, en el que su mujer reposa en la cama después del parto, mirando, con los ojos entrecerrados y una expresión de paz en el rostro, a su hija pequeña recién nacida.

La otra cosa que tanto llamó mi atención fue la influencia de Velázquez en el pintor. Así lo explican en la web del museo, desde el “Desnudo de mujer”, que recuerda a “La Venus del espejo”, hasta los retratos familiares de su mujer e hijos, que se inspiran muy claramente en “Las Meninas”. En uno de ellos, se adivina al propio Sorolla pintando a su familia: vemos en primer plano un trozo del lienzo y a los niños a su mujer posando frente a él.

Muchas de sus composiciones son bastante atrevidas, pues muestra los parasoles que tapan al pintor cuando trabaja al aire libre, muestra también parte de los toldos de las habitaciones desde las que pinta, etc. Incorpora muchos recursos fotográficos debidos en buena medida a la profesión de su suegro (el abuelo de sus hijos, que es una expresión que él utiliza en un retrato que hace a sus suegros pero que no titula “Mis suegros”).

Sobre la segunda planta... Impresionante. Ya no sólo por la calidad, sino por la monumentalidad. Dejaré aquí algunas
anotaciones del Museo del Prado, que explicarán mejor que yo el contenido de las salas y el interés de las obras:

"The Hispanic Society of America fue fundada en 1904 por el magnate americano Archer M. Huntington, que la concibió como un lugar para el estudio y la conservación de la cultura hispánica en Nueva York. Su fundador dejó en ella su vasta y rica colección de obras arte y de piezas históricas, fundamentalmente procedentes de España. A partir de 1909, Sorolla y Huntington establecieron una fecunda relación que ayudó mucho a la promoción del pintor en Estados Unidos y el coleccionista compró también algunas de las mejores obras de su producción. En 1910 planearon la decoración que Sorolla habría de llevar a cabo en la sala de la Biblioteca del nuevo edifi cio de la Sociedad levantado en 1908, y que sería el epicentro de la actividad de la institución."
"A pesar de los planes iniciales de Sorolla, que determinaba la representación ordenada de todas las regiones ibéricas en los muros de la Biblioteca de la Hispanic Society, los argumentos y sus campañas de trabajo por las distintas provincias fueron surgiendo paulatinamente de los intereses del pintor. Primero, entre 1912 y 1913 realizó el gran panel Castilla. La Fiesta del Pan, que por su monumentalidad y sus pretensiones fue el que más tiempo le ocupó de todo el conjunto. Entre marzo y abril de 1914 emprendió el primero sobre Sevilla, dedicado a la Semana Santa. Los nazarenos. En el verano de 1914 pintó los paneles que representan Aragón.La jota, Navarra. El concejo del Roncal y Guipúzcoa. Los bolos. Ese mismo otoño realizó otro panel en Andalucía, El encierro, con el que terminó ese año de trabajo. Comenzó el año de 1915 afrontando de nuevo dos paneles con asuntos andaluces, El baile y Los toreros, hasta abril. Ese mismo verano pintó Galicia. La romería y en septiembre Cataluña. El pescado. Entre enero y marzo de 1916 realizó el correspondiente a Valencia. Las grupas, y descansó durante casi un año, hasta que en octubre del año siguiente abordó el dedicado a Extremadura. El mercado. En noviembre de 1918 volvió a Valencia y realizó el panel de Elche. El Palmeral. Terminado éste, en el mes de enero siguiente Sorolla volvió a Andalucía para realizar el último lienzo de todo el conjunto, Ayamonte.La pesca del atún, que concluyó en junio de 1919."


No hay que preocuparse porque ya no se pueda visitar la exposición. Una vez nos ha picado el gusanillo, podemos visitar el Museo Sorolla, también en Madrid. Y, de hecho, algunas de las obras que se exponen en el Prado provienen de este museo (otras, como las obras encargadas por Huntington, habrá que verlas en Nueva York...). Por 3€, merece mucho la pena conocer más de cerca la obra de este artista.