domingo, 8 de enero de 2006

“El pabellón de oro”, de Mishima Yukio

"El pabellón de oro", un buen libro como primera entrada y un bonito lugar como fondo.
Cuando pienso en el pabellón de oro hay dos palabras que siempre vienen a mi cabeza: destrucción y belleza. Siempre se dice que van unidas, que “la destrucción es bella” o que “la belleza trae destrucción”. Cosas de ese tipo. Por ejemplo, podría decirse que la seducción es una bella destrucción.
“El pabellón de oro” es el único libro de Yukio Mishima (como en occidente se le suele conocer) que he leído hasta ahora. Tengo un par de ellos en casa, pero aún no he leído ninguno más.
Siempre he pensado que hay miles de libros en el mundo y miles de autores, por lo que, si quiero conocer un poco de todo, no puedo encerrarme y leer todos los libros de un mismo autor.
Al parecer, Yukio Mishima engancha. Será por la destrucción. Conozco a muchas personas a las que les encanta decir que han leído todo lo que hay traducido de Mishima o que han leído no-sé-cuántos libros. O quizá es la curiosidad por un personaje como Mishima, que además de personalidad es personaje...
Yo, por ahora, voy servida con “El pabellón de oro”. Y, quizá, parece que lo digo pensando que es suficiente, que no quiero saber nada más de este autor. Pero no es así.
“El pabellón de oro” es una historia magnífica. Es una historia que se basa en un determinado hecho histórico (no lo desvelaré, para quien no lo haya leído) y el autor hace girar en torno a dicho hecho una serie de vidas de personas diferentes, incomprendidas, raras y sus diferentes, incomprendidas y raras historias.
“El pabellón de oro” es un libro como los que a mí me gustan: el argumento no necesita ser complicadísimo pero sí sus personajes. Especialmente, el protagonista. Ya no recuerdo ni su nombre, pero sí su personalidad, esa vida llena de agresividad y admiración, una forma humana de expresar la destrucción y belleza que hay a su alrededor.
El protagonista vive obsesionado por la belleza. Día y noche, hora tras hora, sólo piensa en la belleza de un edificio de oro que no es barroco ni abigarrado, sino que es un edificio sencillo y ligero, de madera, pero tan brillante y abrumador al mismo tiempo como el oro que lo recubre.
Muchas personas que conozco se hartaron del libro por las descripciones de la belleza, por los pensamientos enrevesados de Mizoguchi (no he podido evitar buscar su nombre por la red).
Pero me parece una obra maestra precisamente porque una persona de las características de Mizoguchi puede haberme llegado hasta lo más profundo de mi ser. No hasta el corazón; desde luego, no es una persona admirable ni entrañable… Pero una persona agriada, fea por dentro, obsesiva, compulsiva y, tal como yo lo recuerdo, alguien con quien no me gustaría encontrarme, llegó a ser parte de mí durante un tiempo. Y hubo un escritor capaz de hacer que me identificara con su forma de pensar, que llegase a pensar que su forma de ver el mundo es la correcta.
Sólo por eso, aparte de por las historias y las descripciones de Mishima, agradezco haber leído este libro.

Para quien quiera leer el libro está esta opinión que acabo de escribir.
Lo recomiendo cien por cien. Aunque quizá deban abstenerse aquellos a quienes les gusten los libros con muchos diálogos y mucha acción, o aquellos otros a los que no les gusten nada las descripciones.

Para quien quiera saber un poco más de Mishima, estos son mis apuntes de clase sobre él. Recomiendo no leer el párrafo que habla de “El pabellón de oro” para no desvelar lo que a mí me desveló todo el mundo antes de leerlo.
Además, añado unas páginas web que me han gustado cuando he mirado lo que había en internet. Advierto que suele ser muy habitual que se desvele lo que ocurre en el libro o que se cuenten las historias completas, de principio a fin, en las páginas que hablan de él (estas en particular no lo sé, no las he leído enteras).

Desde pequeño siempre le cuidó su abuela, que no le dejó vivir con sus padres. Su abuela tenía un gusto clasista y algo rancio; consintió mucho a Mishima, que creció envuelto de juguetes y libros sobre samurais. El ambiente de la clase alta y su crianza particular (sus hermanos no fueron separados de sus padres) le confieren un carácter bastante especial.
Mishima era hijo de un funcionario público y, como tradición familiar, estudió Derecho y entró como funcionario en el Ministerio de Hacienda. Consiguió con facilidad superar la oposición, pero nunca le gustó el trabajo y lo dejó.
Fue descubierto por Kawabata. Y es que en ambos se nota una especial sensibilidad hacia el mundo tradicional, aunque la estética de Mishima quizá sea más ますらおぶり (valor, decisión, voluntad más masculina) que la de Kawabata, más bien たおやめぶり (más femenina).
Mishima se casó y sólo tuvo hijas. Exigía en su casa un gusto de nobleza refinado. Su talento es indiscutible, y además fue muy activo durante toda su vida: aunque principalmente fue escritor, también fue dramaturgo, actor y entrenó su propio ejército privado. Quería probar todos los géneros posibles de expresión. Guardó gran amistad con un famoso travesti de Japón, para quien escribió una obra de teatro. Siempre producía en diversas actividades al mismo tiempo. También se comprometió mucho con el movimiento estudiantil del 64 (organizó un debate universitario). Entonces, los estudiantes estaban influidos por Mao y eran principalmente de izquierdas, mientras que él, también contra el Acuerdo de Seguridad con EE.UU., era nacionalista.
Mishima leyó mucho sobre cultura occidental, aunque sus novelas están más metidas en las tradiciones japonesas.
Aún así, tiene dos o tres obras que son una excepción (tras su viaje a Grecia, se vio influido por aquel ambiente y paisaje). Tal es el caso de “El rumor del oleaje”, de 1956 (潮騒).
Como novela confesional está “Confesiones de una máscara, de 1949 (仮面の告白). Esta novela es una especie de biografía, una especial interpretación de lo que son las novelas del yo. En ella se confiesa la inclinación homosexual en la niñez y la adolescencia del protagonista. Una vez se enamoró de una chica, pero era un falso intento de “ser normal”.
Mishima fue un autor muy prolífico.
Entre sus muchas producciones, una de las más valoradas por su estructura y la más emblemática es 金閣寺, “El pabellón de oro”. Narra la historia del aprendiz para bonzo Zen que, accidentalmente, quemó el templo. Mishima crea a un joven atormentado por su tartamudez, que se lanza a su deseo destructivo precisamente contra aquello que es más apreciado por él. Al principio siente una obsesión estética que le viene de su padre. La imagen del Pabellón de Oro es la imagen de la Belleza misma. Tanto llega a admirar el templo que le obsesiona y llega a ser una barrera para seguir viviendo. Escribe en primera persona, y consigue, con su maestría, que el lector entienda los razonamientos ilógicos del protagonista. Al tratarse de un hecho real, hizo una gran investigación antes de escribir la novela.
Hacia el final de su vida escribió una Tetralogía (1970). Dicha Tetralogía se conoce como “El mar de la fertilidad”, y cuenta con “Nieve de primavera”, “Caballos desbocados”, “El templo del alba” y “La corrupción de un ángel”. Esta última narra la creación de un ser humano deplorable, que se convierte en una persona absolutamente mala. En “Caballos desbocados” y “Nieve de primavera”, se pueden trazar hitos de la historia japonesa del momento (el movimiento estudiantil, la lucha contra el gobierno…).
Pero su cenit no es precisamente la última etapa de su vida, ya que sus últimas obras están demasiado intencionadas, demasiado hechas para llamar la atención, o son experimentos.
Quizá la muerte por él dramatizada también pudo ser una denuncia de los movimientos sin acción. Se suicidó en un cuartel, frente al general, y citó a la prensa para que recogiesen toda la noticia (al día siguiente, la imagen de Mishima tras cometer seppuku era portada del diario Asahi).



Mishima Yukio Cyber Museum”, en inglés (para quienes quieran leer un poquito en japonés o, al menos, intentarlo, que pinchen aquí).
- Completísima biografía.
- Bibliografía en diferentes idiomas.

Yukio Mishima (1925-1970)”, en inglés.

Biblioteca Digital Ciudad Selva”, en español.
- Cuentos digitales de Mishima.

1 comentario:

Osata dijo...

¡Hola Pipucha!

Bueno, yo de Mishima he de decir que tengo que ponerlo en la cola. En la cola de libros que tengo que leerme. En cuanto acabe con el 2º de Alatriste primero va El dios de las pequeñas cosas y, luego… puf, luego va el 1º de Terry Pratchett, pero después te aseguro que quiero leer a Mishima. Y no es tanto por el hecho de que lo comentes aquí sino también por cuando me dejaste el libro de su autobiografía y aluciné con el principio (sólo desvelaré que este, como dice Noe, personaje, admiraba al tío que llevaba y traía la caca de las casas, y cuando digo caca me refiero a la caca CACA).

Y poco más, que tendré que matar* a Pablis por ser el 1er chico en escribir en tu blog de los que te conocen.

*Eso o borrarle el comment, que como me sé tu contraseña, pues es fácil, je, je, je.

Besos pipuchos en la cabesa ¡abuuur!